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31 de Octubre de 2005

El perro de Frida

Frida Kahlo tenía un perrito al que llamaba Dolor.

Frida

Una vez, jugando o haciendo el mono en el larguero de una portería de fútbol, me caí en mala postura y me partí el brazo. Al principio no noté ningún dolor, sólo la sensación caliente y extraña de que algo iba mal. El hombre de la medicina, mientras maniobraba con mi brazo, me preguntó en voz alta el nombre de mis hermanos, a qué colegio iba, si me gustaban los dulces... Luego hizo crac y puso el hueso donde debía estar. Fue mi primer blasfemia. De todo tiene que haber una primera vez. Y cuando lo recuerdo, en su insignificancia, me acuerdo también de esta mujer revolucionaria, atropellada cuando joven por un tranvía y arrollada por la personalidad de Diego Rivera.

Ella misma, la imagen que se reconstruyó en sus pinturas, es el Dolor mismo.

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27 de Octubre de 2005

Pisos vacíos o llenos

Ignoro cual puede ser la razón de la alarma social que provoca ese supuesto proyecto del gobierno español que reclama la expropiación de los pisos vacíos por interés público.

No hay de qué alarmarse: si no tienes uno o varios pisos vacíos contigo no va el asunto. Y si los tienes tampoco, porque probablemente tengas dinero suficiente como para comprar a los inspectores de vivienda, que los billetes cambian las leyes, hombre, que esto se estudia en primero de la escuela.

Por cierto, si a algún amable lector o lectora le sobra un pisito, préstemelo vd., criatura, que al que ocupo en régimen de alquiler ya no le caben más cubetas para tapar goteras. Me comprometo a cuidarlo en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la tristeza, a no meter más personas con pintas raras que las que quepan, a no cohabitar con animales que midan más de metro y medio de alto, a sacar la basura día sí día no, a no hacer otras fiestas que las que buenamente se me ocurran, a no entrometerme en la vida sexual de los vecinos...

En dicho caso me ofrezco a ponerle aquí su foto y una pancarta así de grande con unas letras debajo de cuerpo 34 que digan 'He aquí una persona desprendida'.

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Alpargatas al armario

Llega la hora del otoño-invierno aquí en el hemisferio norte. Poner el brasero, sacar las mantas, los jerseis de lana, las botas que no se chirrian. Llegará la lluvia y esas tardes cortas que invitan a leer y a aperrearse en el salón mirando pasar nubes veloces y negras. Eso si desde la ventana viera el cielo, pero no es así. Cuando alquilé este piso acepté que tuviera poca luz, además de poco dinero.

Alpargatas

Esconder en el armario, por tanto, mis queridas y humildes alpargatas. Este año ha tocado que sean fucsia, otros años han sido verdes o amarillas, con su suelita de esparto, tan pobres y tan ricas a la vez. Hasta luego, esta temporada me habéis acompañado hasta finales de octubre.

¿Cuándo le haré un homenaje como Dios manda a mis zapatos viejos, esos que nunca te abandonan?

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22 de Octubre de 2005

Destripando películas: Hoy, 'Cuando menos te lo esperas'

Sí, ya sé que esta peli tiene poco que destripar, porque es de hace dos años, pero ayer le estuve viendo y siento la necesidad compulsiva de comentarla.

'Something's gotta give' va de un empresario triunfador, julandrón y follapavas (Jack Nicholson) que sale con una chica a la que dobla o triplica la edad, como es su costumbre, pues nunca ha tenido, en su larga carrera de conquistas amatorias, relaciones con mujeres mayores de treinta años. Ni que decir tiene que odia el compromiso, el amor, el matrimonio y todos esos vicios en los que caen los pre-hipotecados. Pero, después de un amago de infarto, de pronto descubre que su suegra es mucho más interesante (Diane Keaton), y cambia la hija por la madre.

Cuando menos te lo esperas

Pero, oh que pena, la ex-aspirante a suegra, una escritora rica, glamourosa e insegura en el terreno sexual, tiene que elegir entre el maduro casanova y un médico jovencillo que admira sus obras (Keanu Reeves), que le tira los tejos. Al final, cada mochuelo a su olivo, Nicholson descubre que está enamorado por primera vez, Keaton también, y Keanu que se vaya a tomar por Matrix, porque el papelazo de gilipollas que se carga es antológico. Ah, y no hay asesino, lo cual está muy bien después de tanta cosa que ve uno en el telediario.

Moraleja: el amor no tiene edad y, como los palos, no sabes por dónde te viene, pero sobre todo si tienes billetes, macho, que ya me gustaría ver a mí este guión con personajes más pobres que una rata, se lo iba a creer Rita la Cantaora.


[ Otros destripamientos: Closer ]

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Me hago viejo

A pesar de que pongo el máximo interés en dejar claro que soy ateo, estoy seriamente preocupado con un síntoma del irremediable paso previo a la creencia espiritual que les suele atacar a las personas cuando llegan a cierta edad, porque no dejo día y noche de blasfemar, concretamente su variante defecadora.

Evidentemente no soy un ateo serio si siempre tengo a Dios en la boca, lo cual demuestra que creo en su existencia, y por ello echo pestes de Él. No es una paradoja, es simplemente que me hago viejo y, a veces, creo que como exista de verdad y no sea tan bondadoso como lo pintan sus empleados, la que me espera después de entregar la cuchara es de aúpa.

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20 de Octubre de 2005

Los que nombran los fármacos

En algún lugar del Infierno, allá en lo hondo de la Tierra, más cerca de la Discontinuidad de Gutemberg que del Núcleo, para no molestar al resto de humildes pecadores y penitentes, seguro que SuMajes creó un negociado especial donde ir metiendo a las criaturas que se dedicaban en vida a ponerle nombre a los estupefacientes, ungüentos y potingues de la industria farmacéutica. Una habitación no muy grande, donde entre el humo de cigarrillos Ducados y de puros baratos de esos que regalan en las bodas de mangurrinos se sientan diariamente varias docenas de personajillos de la más variada procedencia, gente de letras más que de ciencias que, aspirando a vivir de la literatura o el periodismo o la abogacía o cualquier otra profesión relacionada con el hampa, han dedicado todo el esfuerzo de su ingenio a inventar palabras que suenen bien en las cajitas y prospectos de la droguería mundial.

Pastillas


Y en ese negociado en el que se agolpan estos profesionales del humorismo, junto a los que redactan los prospectos medicinales, hay una ventanilla en la que, por riguroso orden de llegada, se aceptan instancias y formularios de las nuevas pastillas y polvos de Roche, Bayer, Basf, Sandoz o Pfizer. Y así se pasan su vida estas personas, averiguando qué nombre le van a poner a ese spray para el olor a pies: pues Pinrelina o Pestazacabox, claro. ¿Y ese polvillo para los hongos? Pues... no, Yogurtona no, Apestosofín tampoco ¡Fungusol! ¿Y la cremita para las verrugas? Verruitorón o Perspirex.

-¿Y este jarabe para la tos? -dice el de la ventanilla.
-¿Paratosín? ¿Mucoestopina? ¿Carrasperator? -contesta otro, mientras repasa la lista de los nombres ya registrados, la partida de bautismo boticaria.
-No, no, lo que le va bien es llamarse Esputox, ja ja ja.

De esta forma se van creando nuevos fármacos que nos hacen la vida sencilla a los que aún no hemos entrado en el Juicio Final, ese en el que un juez, por muy dios que sea, jamás condenará a trabajos forzados a los que ponen nombre a las medicinas, porque evidentemente tiene miedo a que le pongan a Él mismo un mote relacionado con su profesión, Hijoputín Supensión, o Cabroncinex Comprimidos, o Inquisicionina Supositorios, o cualquier cosa así que sólo con leer el nombre en la caja ya te obliga a ponerte sano.

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Cambiar la lengua: La expresión 'lo que es'

Los personajes que pululan por la televisión, a nada que se salgan un poco del tono marmóreo y espectral que se les pone a las personas que de pronto son conscientes de que están en la tele, y por lo tanto van a pasar ipso facto a ser famosas, es decir, de persona a personaje, tienen la posibildad de cambiar cosas. No cosas serias, el mundo, la vida, etc., sino cosas sencillas como el lenguaje.

Es lo que ocurrió cuando irrumpió Chiquito de la Calzada con su extraño idioma y sus andares de puntillas y gestos achacosos. Los chistes eran malísimos, pero lo que importaba, como siempre, no era lo que decía, sino cómo lo representaba. A los pocos meses todo el mundo hablaba el lenguaje de Chiquito, decía fistro, pecadorrrr, y sobre todo ¿te da cuen?, que era la culminación de lo que siempre soñaron los personajes orwellianos, la creación de una neolengua que acabara por desterrar no sólo el nombre de la palabra sustituida, sino su mismo significado.

Igual pasó hace poco con el actor Fernando Tejero y su 'un poquito de por favor'. Pero siempre se empleban esas expresiones en contextos humorísticos o relajados. Ahora todo el mundo dice 'lo que es' o 'lo que viene siendo', el personaje de Fiti de la pastelosa serie 'Los Serrano' está sentando cátedra. Ojo, no el actor, el personaje de ficción. Hasta los presentadores del telediario la emplean. Supongo que será porque así dicen menos con más palabras. O sea, lo contrario del principio de economía del lenguaje, que tanto ha hecho por la implantación del inglés en el mundo. Ellos dicen 'On' y 'Off' y nosotros decimos 'Lo que es encender' y 'Lo que es apagar'.

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-Oiga, ¿me podría decir dónde queda lo que es la parada de autobús, lo que es la línea 12, la que va en dirección a lo que viene siendo Villarrubia?
-Lo que es indicarle lo que es la parada no podría hacerlo, pero si busca el autobús, es allí enfrente.
-¿Lo que es la acera de enfrente?
-Sí, lo que venía siendo, gilipollas.

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13 de Octubre de 2005

Habitaciones solitarias (1)

De memoria intento recordar en cuántas casas he vivido. Me asusto, necesito lápiz y papel. Horreur: me salen más de veinte. Con sus correspondientes vecinos, porteros automáticos, ventanas que no cierran, wáteres atrancados, cocinas con fugas de gas, losetas que cuando pisas hacen clonc, etc.

Y eso sin contar las camas distintas en las que he dormido, solo o mal acompañado. Una vez me acosté en una y me levanté en otra, y lo peor es que había doscientos kilómetros de distancia entre ellas.

Susan Graham: 'Empty Rooms', 2000

La tristeza de la mudanza viene, aparte del camión, de la sensación de desamparo que da una habitación vacía; dejar una casa silenciosa y solitaria, y saber que, con toda seguridad, después de tí ya la habitan otros cuerpos, otros problemas con patas, otras colchas, otros somieres sin colchón.

Y también te dejas una parte de tí allí, en el suelo, en cada loseta a la que pusiste cemento, en cada puerta que ya encaja, en cada persiana, en cada grifo que ahora, para siempre, deja correr el agua que no volverás a beber nunca.

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12 de Octubre de 2005

En la tienda

-Señorita, perdone, ¿me quedaría bien esta camisa?
-¿Queeee? No, hombre, le hace mucho más gordo de lo que está, no se la compre.
-Vale. ¿Y esta chaqueta, qué le parece?
-¿Qué dice, criatura, no ve que parecería recién salido de una fiesta de drogaos?
-¡Pero si es de rayas diplomáticas!
-Pues por eso.

Tienda de ropa

El hombre se retira cabizbajo, lleno de dudas, pero antes de salir se vuelve:
-Una última cosa: ¿vd. trabaja a comisión?
-Mire, llévese este tanga rojo que está en oferta 2x1, que aunque seguro que es tres tallas más grande le hace el paquete interesante. Y deje ya de molestarme, que estoy muy ocupada. ¿Lo envuelvo para regalo o se lo pongo aquí mismo?

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11 de Octubre de 2005

Viajar por el espacio, pero sobrios

No sé, ahora que acaba de bajar aquí a esta mierda el tercer turista espacial de la historia, previo pago de 20 millones de € (que le sobrarán, digo yo), he estado revisando las condiciones que hay que cumplir para apuntarse al dichoso caprichito, porque de vez en cuando sueño con ver la Tierra desde fuera, pero veo que, aunque consiguiera el pelotazo inmobiliario del siglo, aunque me cayera el supermegapremio de la lotería, aunque me encontrase un maletín de un político que se cambia de ideales antes que de calzoncillo, aunque sobornara a los de la NASA ofreciéndoles mi espectacular cuerpo, vivo o en estado agónico, para experimentos sexuales con alienígenas, ni así siquiera podría yo entrar en el proceso de selección de turista sexual-espacial.

Porque para darse un paseíto por el espacio hay una condición inexcusable: no se puede ser drogadicto o borracho o delincuente, o las tres a la vez. Aparte de saber inglés y otra serie de detallitos sin importancia.

Pero eso sí que no. Vamos, hombre, encima que pagas tres mil millones de pesetas, no te puedes ni tomar una copa. Y una mierda.

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9 de Octubre de 2005

La amargura de mi quiosquero

Los lectores de novelas que no acostumbran a leer blogs o diarios íntimos creen que las personas que se dedican a contar su vida en capítulos ordenados por años, meses y días son, en realidad, novelistas frustrados a los que les falla la inventiva, y que suplen esa falta de imaginación fantaseando sobre su aburrida y monótona vida real, encerrados en una casa llena de libros y vacía de aventuras.

Cada vez estoy más seguro de que ocurre al contrario. Es imposible encontrar mejores argumentos de ficción que fuera de la vida literaria. Mi quiosquero, por ejemplo, podría ser el paradigma de un buen diarista, oculto tras su fastidiosa y poco grata tarea de entregarle a los clientes, a cambio de una moneda, su dosis de mentiras empapeladas, sus suplementos, deuvedés, enciclopedias de arte sacro medieval serbobosnio y demás pamplinas que regalan con los periódicos. Es huraño, un hombre de pocas palabras que oculta su alma tras los cristales de las gafas, de esas que en vez de empequeñecer los ojos, como a los miopes, los agrandan, lo que hace imposible averiguarle una cosa tan simple como la edad. Puede tener treinta años o cincuenta. No se sabe si tiene arrugas, ya que siempre está mirando para abajo.

Crucigrama en clave

Mi quiosquero, además, tiene fama en el barrio de ser hombre de malas o regulares pulgas, según esté el día soleado, claro, nuboso o amenazante de tormenta, y de hablar solo. Sin embargo a mí me resulta simpático. Hay veces, como hoy, que lo he visto de refilón al ir a comprar el pan, y en ese trayecto he sentido su mirada huidiza y su rencor. Se estará diciendo: “Otro que no me compra nada”, y a la vuelta me he parado a mirotear las revistas que tiene expuestas y me he llevado alguna, no porque tuviera especial interés en leerla, sino por él, porque creo que nos tiene a todos los vecinos un poco de envidia, nos imagina en nuestra fácil vida de domingueros compradores de prensa mientras él tiene que ingeniárselas para meter todas la aparatosas pilas de papel en su reducido estante.

Su mujer, no obstante, es muy charlatana y agradable con todo el mundo. Por ahí creo que le viene a mi quiosquero la amargura, porque piensa que el que ahora le compra un periódico o una revista de crucigramas, en el fondo lo que está haciendo es comprobar que él está trabajando en su triste garita para marcharse luego rápidamente a su casa y tirarse a su mujer, la quiosquera, que es mucho más simpática y está, por supuesto, de buen ver. Y no es un cliente, por tanto, sino un cabrón que además de ponerle los cuernos, encima viene a sembrar cizaña. Y le da muchas vueltas a la cabeza a lo largo de la mañana, y cada revista de crucigramas que vende a un comprador es un posible hijo de la gran puta que está diciéndole en clave, con esa sonrisa pretendidamente amable, que momentos después estará abriendo la puerta de su casa con una copia de sus propias llaves.

Y en eso consiste la vida, en gente que va y que viene, y que se afana en sus cosas para pasar lo mejor o peor posible el trago que va del bautizo al entierro, que por todos lados es un valle de lágrimas, unas veces dulcecitas de alegría, otras saladas de pena.

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Monólogo del Bien, de Monterroso

"La cosas no son tan simples", pensaba aquella tarde el Bien, "como creen algunos niños y la mayoría de los adultos."
"Todos saben que en ciertas ocasiones yo me oculto detrás del del Mal, como cuando te enfermas y no puedes tomar un avión y el avión se cae y no se salva ni Dios; y que a veces, por lo contrario, el Mal se esconde detrás de mí, como aquel día en que el hipócrita Abel se hizo matar por su hermano Caín para que éste quedara mal con todo el mundo y no pudiera reponerse jamás."
"La cosas no son tan simples".

Augusto Monterroso: Monólogo del Bien

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7 de Octubre de 2005

El Quijote (II): Variaciones mexicanas

Por fin unos cuantos españoles le agradecen al pueblo mexicano y a la familia del presidente Cárdenas su apoyo, ayuda, y sobre todo, que acogieran y alimentaran a gran parte de los cientos de miles de desterrados por Franco tras la guerra, que ya nos vale, que tenemos menos memoria que el 386 de mi primo.

Antonio Rodríguez Luna: Don Quijote en el exilio, Museo de Guanajuato

Tarde, pero llega ese reconocimiento. Siempre que me acuerdo de la historia del barco Sinaia, y sus 1600 tristes, derrotados, hambrientos y exiliados republicanos españoles desembarcando en Veracruz en aquel año del fin del mundo de 1939, me viene la imagen del Quijote vagando lentamente por esos campos desiertos, a lomos del viejo Rocinante, camino de su retiro castellano tras ser molido a palos.

Y después de la derrota, que nadie te espere a la vuelta, ese es el peor castigo. Y tras el lamento, la tortura eterna del olvido. Por este detalle pienso que más valor tiene lo que hicieron los hermanos de México, y para ellos, y para Lázaro Cárdenas, que dieron sin esperar nada a cambio más que una sonrisa y un llanto, este recuerdo.


[ Notas relacionadas: El Quijote (I) ]

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4 de Octubre de 2005

Estrella estrellita

"Mátame, mátame mucho
estrella de la muerte...
estela plateada,
y no dejes que jamás
se junten los trozos del cristal..."

Dice la gente que esto del eclipse es el anuncio del fin del mundo mundial. Otros piensan que no es la luna, es la Estrella de la Muerte, con el Darth Vader controlándolo todo.

Death Star

No caerá esa breva.

Antes de que el mundo se autodestruya veré yo a un Papa que crea en Dios, a un presidente de un gobierno que piense en los ciudadanos, a un banquero honrado, a un perro que no simule cojera ante la posibilidad de cascar, a un especulador inmobiliario que no sea hijoputa, a una persona que crea que los demás son personas que tienen algún derecho.

Estrella de la Muerte, llévatelos por delante a todos, por favor, incluído yo, ahórranos la miseria que va del nacimiento a la vejez.

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3 de Octubre de 2005

Thoreau

Una vez un hombre dejó su trabajo de maestro y su fábrica familiar de lápices, y se fue, como todos los días, al campo a observar la naturaleza. Decidió que ya estaba bien de sociedad y de hacer tonterías con su vida, y se construyó, en un sitio prestado, a orillas de la laguna Walden, una casa de madera, y se fue allí a vivir solo, a comer lo que diera la tierra. Lo sencillo es mejor que lo complejo, decía.

Henry Thoreau

¿Loco? ¿Eremita? ¿Antisocial? Escribió su tratado sobre la desobediencia civil, y relató su experiencia en un libro, 'Walden', que luego los jipis de los sesenta tuvieron como libro de cabecera para quedar bien en las reuniones.

Henry Thoreau, era sólo un hombre que no necesitaba más.

[ Algo de 'Walden' en español ]
[ 'Walden' en inglés ]

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