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26 de Septiembre de 2006

Los inmortales

A todo el mundo le duele la muerte de alguien, pero en este caso, me parece, mucha menos gente se sentirá dolorida que el montón de personas que se sentirían aliviadas con la entrega de la cuchara de este hombre.

La Inmortalidad

Ni siquiera sé decir por qué me cae tan mal Pinochet. A lo peor es porque he escuchado que es el responsable de un golpe militar contra un gobierno democrático de un país desarrollado, y eso me molesta. A lo peor es porque hizo desaparecer a miles de personas que no pensaban como él. A lo peor es porque se salvó 'in extremis' de un juicio internacional por torturas y genocidio. A lo peor es que soy un vengativo marxista-comunista-rojo-judío-masón.

A lo peor. Pero por si acaso, aunque yo esté equivocado y sea un resentido sin alma, no haría mal este hombre en morirse de una puta vez, y dejar en paz al resto de la humanidad, en el supuesto caso de eso existiera.

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Fragmentos (XVII)

Unos granujillas, en masa, se hacen un espectacular sinpa en un restaurante de Madrid, más o menos los mismos con los que conviví seis años en el mismo barrio de la misma ciudad. Es mi sueño, sin duda, pero con variaciones. No creo que cuente como valor irse por patas en masa, las cosas hay que hacerlas de cara e individualmente. Es fácil colarse treinta personas en una boda, lo complicado es hacerlo de uno en uno.

¿Se lo merecen los dueños? Sí, sin duda, irse sin pagar de una tasca cara con pretensiones pijorracas cuyo nombre (encima) incita a la lucha de clases siempre es un alivio. ¿Lo haría en estas condiciones? Pues no.

Porque cualquier actividad de masas, como es el caso, anula la esencia del mismo acto individual, intrínsecamente libertario. Me cuelo en el metro, pero si detrás de mí van treinta que me respaldan, pues no es lo mismo. Lo valiente es hacerlo Uno en su soledad, cosa difícil.

Siempre he soñado cumplir setenta años y atracar un banco el día de mi cumpleaños, para ser irresponsable y hacerme un regalito por los servicios prestados, sí, porque los bancos merecen que los atraquen, y porque a partir de esa edad, como máximo, te meten en una residencia de gratis. No tienen que estar de acuerdo conmigo, simplemente digan si no les parece útil para la humanidad. Por lo menos no se engaña a nadie.

...

Acabo de ver a un tío trapicheando con un ordenador portátil sentado en la puerta de un Bankinter.

Me he acercado a preguntarle si estaba robando la clave o si es que hay wi-fi por la cara en ese sitio. Me ha respondido que nada de eso, que estaba ahí porque le salía de los cojones. Y punto.

Tiene razón, tanta pregunta, tanta insistencia en la suposición. Está ahí porque le da la gana, pero al resto nos molesta no saber qué estará haciendo. Y esa es la historia de la humanidad, muchos investigando lo que hacen unos pocos que son tan libres que no preguntan a nadie cuando hacen lo que les da la gana.

...

La palabra 'verdad' debería, en la mayoría de las ocasiones, ir acompañada de carabinas como 'auténtica', 'original' o similares, porque cada cual tiene su verdad, y ni cien Machados ni doscientos Shakespeares serían capaces de distinguirla de una burda copia del egoísmo. Y eso, ojo, nos pasa a todos los borreguitos de a pie, cuando entramos en una administración pública a echar papeles o cuando nos tomamos diez copas en la administración púbica, (dicen) el templo de la Verdad.

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21 de Septiembre de 2006

Te juegas la vida

De vez en cuando veo corridas, de esas de toros. Sigo sin entender qué cojones quiere decir un torero cuando, en su favor y para quitarse toda responsabilidad en el resto de actividades, afirma que "se juega la vida". Claro que te juegas la vida, cómo si no se podría entender que para ganar billetes te pusieras delante de un bicho de quinientos kilos con unos cuernos más grandes que Espartaco Santoni si no es porque pudiera ser que te pille.

Música del toreo

Eso es la esencia del toreo, su música callada, que decía Bergamín: la presencia continua de la muerte alrededor de un hombre vestido de manera estrafalaria y que, armado de un trapito, juega a sortear las embestidas de ese animal puteado.

Infinidad de teorías japonesas hablan de la lucha entre el alma femenina del torero y la virilidad violenta del toro. La gente paga para ver si te mueres, a ver si te enteras. Unas veces ganas y otras no. Y eso vale un dinero, claro. El morbo vale una pasta, y eso tú lo aceptas, qué arte ni qué hostias.

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Me apunto a lo de 'Persona non grata'

Firmo de pe a pa lo que dice Harazem aquí sobre dónde hay que apuntarse para que a Uno lo nombren 'persona non grata', en Marbella o Torrevieja o cualquier sitio donde la inteligencia general brille por su ausencia.

Habla de Juan Goytisolo, que hace muchos años fue nombrado hijo predilecto por denunciar en un reportaje literario la lamentable situación de abandono almeriense de los años sesenta. Luego, tras los altercados racistas de El Ejido, fue considerado 'persona non grata', un título que en esa situación le honra, pues nada te define mejor que la calidad de tus enemigos. Goytisolo denunció la hipocresía de los nuevos ricos, y claro, los nuevos ricos antiguamente pobres lo crucificaron. Es el ciclo de la vida y la lotería de Navidad: espero que me toque para darte por culo, puto pobre que no te ha tocado. Quien estuvo abajo sólo aspira a estar arriba para refregarle a los de abajo su nuevo poder. En eso consiste la esencia de la lotería y las quinielas.

Un título de este tipo dignifica, sin duda.

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20 de Septiembre de 2006

Un pequeño paso, un gran paso...

Mi abuelo, gran aficionado al fútbol, decía que prefería ver los partidos malos en el campo antes que los buenos en televisión, porque no terminaba de creerse ese invento de la tele retransmitiendo un acontecimiento en tiempo real. ¿Qué tiempo, el tuyo, el de Einstein o el mío?. Pensaba que todos esos muñecos saltarines que salían en la pantalla (supuestamente en riguroso directo, según el lenguaje al uso) eran mentira. Daba igual campeonatos futboleros, faenas taurinas, golpes de estado, concursos de Eurovisión, telediarios, Mariano Medina recetando borrascas y paraguas, todo mentira. Y yo, para chincharle, le decía: "Mañana todo esto lo leeremos en el periódico". No señor, lo único que el padre de mi padre creía real de la tele era a Fofó, Gaby y Miliki. porque no engañaban a nadie, eran payasos haciendo reir a niños y punto. No como ahora, que sólo salen cuatro hijoputas estafadores haciendo llorar a adultos.

1969: Pisoteando la Luna

Cuánta verdad, ahora que lo pienso. Escéptico desde el principio con el Aparato que hizo que las familias dejaran de hablar a la hora de comer, mi abuelo siempre pensó que la llegada de la nave Apollo XI a la bola blanca lunar era un montaje. Iker Jiménez no sabe lo que se perdió por no poder llevarlo a su programa a explicar sus teorías conspirativas de las tonterías televisivas. Cada 20 de Julio, aniversario de la gesta, ante las imágenes de los norteamericanos vestidos del futuro pegando brincos repetía: "Eso no es la Luna, hombre, eso es un campo de ajos de Montalbán o La Rambla después de la recogida, me van a decir a mí estos lo que es un campo de ajos".

Ahora leo El viento de la Luna de Muñoz Molina, una novela bastante autobiográfica, según me parece, en la que rememora esos años de un adolescente rural alrededor de un acontecimiento único que marcó una época en medio de la gigantesca turbulencia mundial del mundo rico: el rock, los hippies, la muerte del Che, el pelotazo inmobiliario español y las revoluciones del 68, el cambio de las costumbres sociales y sexuales. Y en esas recuerdo las reticencias de mi abuelo y de los que, como él, se negaban a aceptar que la máquina de luz que se coló en sus salones como Pedro por su casa fuera La Verdad. Pues no.

Miro ahora los programas y veo que tiene razón. Que no puede ser verdad tanto cretino contando pamplinas ante millones de personas creyentes en la verdadera fe, la fe de la Ilusión de los Panolis y en la Vida del Colorín. Vemos a un gilipollas que confiesa completamente serio (previo pago de su importe) que su primo borracho le pegaba por la noche a una hermanastra del vecino torero de un ex-concejal farlopero de Marbella que estaba casado con una prima de una modelo reserva de la pasarela Cibeles a la que le gustaba por la tarde el jamón con melón, y no sólo no cambiamos de canal, sino que aumentamos el volumen, no vaya a ser que cuente más verdades que Montesquieu y Thoreau juntos, y nos estemos perdiendo un Hecho Histórico.

Yo ahora sí que me creo la peli de Javier Aguirre Los astronautas, claro que sí. Tony Leblanc sí que es grande y es verdad. Lo juro por las siestas que me he pegado soñando ver al Séptimo de Caballería cabalgando por el desierto de Tabernas. Qué tiempos.

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15 de Septiembre de 2006

Qué graciosos sois

Aquel viejo cargado de bolsas nos miraba cuando pasaba a nuestro lado, mientras reíamos. La misericordia sale en los catecismos, pero no se ve en la calle.

"Sí, sí, reíros de este viejo, mañana no reiréis tanto", nos dijo. Miraba fijamente, cansado de arrastrar una vida humillada que nadie recordará. Nacer, vivir, morir, y en medio, aguantar lo que no está escrito. Hoy, bastantes años después, he vuelto a ver la escena. Niñatos altivos exhibiendo su juventud como una virtud. Orgullosos y gallitos, aprendiendo a ser no-personas, burlescos y crueles con lo que no entenderán hasta que no tenga remedio.

Burroughs

¿De qué os reís? Pensáis que nunca llegaréis a eso, ¿verdad? Somos muy graciosos todos antes de dejar de serlo, de golpe, a traición, como graciosa era la figura de Su Majestad y las letras de los duros de Franco. Graciosa como la pequeña isla canaria donde habitan cuatro viejos pescadores. Gracioso como un chiste pesado, liviano como las Tres Gracias de Rubens. Gracias por todo, decían, pero era mentira, puro formalismo hipócrita.

Las cosas pasan pronto, más pronto y más rápidamente de lo que el cerebro orgulloso e ignorante puede comprender. Fijaos, niños, y aprended de los epitafios de las tumbas, son letras y fechas, ninguno tiene mucha gracia, porque el tiempo se encarga de borrarla a su paso y de ponernos a cada uno en el sitio que nos merecemos.

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13 de Septiembre de 2006

Música o silencio

A veces, cuando llego a casa después de trabajar o de dar una vuelta de ver lo invisible, lo primero que hago es enchufar la tele o escuchar música. Evidentemente no es lo mismo, oír sonidos melodiosos y agradables es mucho más elegante y prestigioso que ver a tres o cuatro personajes descargando sus frustraciones sexuales mientras chillan en la tele para contar su visión pseudoreligiosa de las borrosas fotos de las relaciones sexuales del primo de una hermana gemela del abogado de una supuesta hija ilegítima de un sobrino de una que se acostó con el mozo de espadas de un nieto de Carmina Ordóñez, por parte de padre. Cuando veo estos espectáculos vespertinos del corazón o de los genitales me pregunto por qué chillan tanto si de follar se trata, una cosa bonita y más o menos silenciosa. Les pagarán los foniatras para tener trabajo, digo yo, otra explicación no le veo.

Música o silencio

Pero últimamente ni veo los tomates ni los pimientos ni los pepinos ni ninguna verdura mediática así medio comestible, y tampoco pongo mi mejor música, esa que me acompañó en los estados carenciales y que me subió la moral hasta impedirme la ingestión de las calmantes drogas habituales que antes tomaba sin orden ni concierto, sin ton ni son, sin Banner y Flappy. Y eso es lo mejor: no necesito nada, ni ruidos ni melodías. Es acojonante. Todo me lo curro yo solito en silencio.

Y cojo un libro recién comprado y me lo empiezo a leer, dos, tres horas sin más ruido que mis tripas y la mosca que se cuela sin permiso en la habitación, y que (contrariamente a mi señor padre, que tiene que matarlas porque si no, no se concentra) son la banda sonora de una cosa esencial en el aprendizaje humano, la soledad. Quien no sepa estar solo con sus miserias que se vaya apuntando al cementerio, porque en esta mierda no dura tres días.

Soledad y silencio, bases de aceptarse a Uno mismo con sus defectos y con sus defectos dobles, que otra cosa no hay. Maradona metiendo goles con la mano si acaso.

Claro que si digo: 'Acéptate a tí mismo en silencio y en tu soledad, amigo o amiga', entonces me toman por moralista o fraile o misionero, y no es eso, que el ateísmo también hace sus ruidos. Y ni una palabra más diré, hasta el ruidito de este ordenador me molesta, que sobra todo. Todo hay que probarlo, y mucho más el silencio, gozo de élite, pero (ojo) que cada uno haga lo que quiera.

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11 de Septiembre de 2006

Carga el móvil mientras andas

Desde que hice mi primera maquinita tirachinas con un globo y la parte de arriba de una botella de leche me apasiona el avance tecnológico humano. En este caso era un arma, por eso lo dejé. Por eso y por la bronca paterna al comprobar como su uso sobre los perros del vecindario podría acarrear crisis pseudomilitares en la familia. Desde ese fracaso suelo ser bastante escéptico con los inventos y pamplinas de variada técnica que, en general, sólo sirven para complicar aún más el paso por el Valle de Lágrimas. Pero mira tú que me entero en Alt1040 de que en la India una criatura llamada Pankaj Sharmaha ha desarrollado un sistema ortopédico para recargar la batería del telefonillo mientras se camina. No, si yo también me he quedao a cuadros, pero este caso es distinto, en parte por el asunto ecológico, pero más por la parte de la lógica y la razón.

Zapato para habladores

Distinto porque ya era hora de que la especie humana le sacara algún mínimo partido al simple y maravilloso hecho de andar, aunque sea para otra cosa ya inventada, hablar, generalmente con quien deberías callar. Siempre he escuchado a gente defender que lo más simple es mejor que lo complejo, y ahora lo entiendo. Es como la dinamo de la bici que da luz para que puedas seguir pedaleando en la oscuridad. Ni Platón en sus mejores tiempos lo hubiera imaginado mejor. El fin del petróleo le va a dar la razón a este muchacho (el indio, no Platón), porque cuando ya no haya gasolina ni combustible alguno, ni coches siquiera (por aforo completo) nos daremos cuenta de que mover una patita por delante de la otra, y así sucesivamente, tiene beneficios para el bolsillo, aparte de la salud, etc.

Lo mismo digo de la chica inventora de ese material parecido al corcho que se basa en las cáscaras de nueces, una cosa que normalmente acaba en la basura. Y hasta es posible que estos inventores vivan de ello.

Hala, a pensar.

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Fragmentos (XVI)

Lo mejor de volver del verano es comprobar que la mayoría de la gente vuelve de las vacaciones peor que Uno mismo, es decir, con peores perspectivas, con peor idea, con peor follada.

Dice no se quién que lo mejor de las vacaciones es la vuelta. No sé qué decir. Lo peor sí sé lo que es. Es encontrarse con lo que Uno era.

Que triste, un mes después ser el Mismo mierda de siempre.

...

Desde este ático se ve un piso que debe costar un pastón. Dan ganas de obligarse a Uno a echar pestes de lo que Uno siempre ha dicho, y hacerse Pijo o Hijoputa o algo así, pero no por dinero ni riqueza, simplemente por poder contemplar la puesta de sol como si uno fuera rico, no siéndolo. Tiene tarea esto de estar en medio de todo.

...

Mi sobrina, que tiene dos años, quiere que todo cristo le haga caso exclusivo. Pues no. Me duele, pero la libertad es una cosa que la gente tiene que ir aprendiendo con los años, que para eso está. Luchando, maja, no gratis, sobrina.

...

Escuchando 'White hats' de Niobe, da la sensación de que por mucho que alguien lo intente, nadie será capaz de quitarme de enmedio en los próximos diez minutos, ni con baños de inquietud siquiera.

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Yo antes veía la tele

Quiero decir una cosa: por suerte o por desgracia me crié en la generación-absorción española del Aparato, es decir, me he cargado íntegros desde Marco, Tarzán (Weismuller, por Dios, qué otro tarzán si no), Mazinger Z, Pippi, Heidi, Unglobo-dosglobos-tresglobos, Bonanza, los hombres de Harrelson, Comando G, Gaby, Fofó, Miliki y Milikito, anuncios perfectos como ese de 'si encuentra algo mejor, cómprelo', etc. A mí no se me pueden poner tonterías en pantalla, porque me enseñaron un mínimo sentido crítico y estético. Esto no lo podéis imaginar los jóvenes, por eso mismo, porque no estábais en el sitio.

La moda de antes

Aprendíamos tanto o más en la tele de UHF y VHF que en la escuela. De pronto, lo creáis o no, la tele se volvió gilipollas y no dejó un minuto de programar pamplinas. Que si telediarios por la mañana, que si tomates por la tarde, que si Bruce Willis o Ronaldos por la noche. Acabamos hartándonos, y eso que éramos vírgenes.

Esa es la razón por la que nosotros, los que nos creíamos avanzados en la era política del cambio, somos unos enganchados a internet y no votamos ni vemos la tele. Porque después de haber visto a Charo López medio en pelota cuando no se podía ya nada puede ilusionarnos. Así nos pongas a Beyoncé y la duquesa de Alba morreándose, ya pa qué.

Anteayer observaba un concurso de jóvenes modelos que lloraban por haber engordado cien gramos, varios programas que enseñan cómo hacer una vichyssoise de lomo de rata coja a las hierbas de Teruel, un concurso-ficción en el que diez actores y actrices se meten tres meses en una casa a pelearse... que no, que no, que todo es más mentira que lo de Marbella, a quién queréis engañar. Antes, por la tarde, nos cargábamos 'Centauros del desierto' y salíamos escupiendo tabaco, ahora vemos a un hombre que se arrepiente de haberle pegado diez palizas a sus hijos y mujer, y éstos le perdonan (en directo, entre aplausos) porque es buena persona aunque tenga ese defectillo cuando se bebe tres copas. Dan ganas de llamar y decirles que el suicidio es una opción tan legítima como cualquier otra.

Bendita radio, que no se ve la cara ni la vergüenza de la gente.

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6 de Septiembre de 2006

Historias de la Guerra Civil española

Cuando era pequeño, es decir, cuando persona, tenía miedo de la oscuridad, y mis padres me pusieron una lucecita en el dormitorio, para que pudiera dormir sin peligro. Nunca estuve seguro de si era una buena solución. La luz era una bombillita naranja. Todo este trauma de lo negro se me pasó con el tiempo, sobre todo cuando, al ir creciendo, comencé a escuchar historias de la matanza que se regalaron los españoles entre los años 1936 y 1939. Ahora se cumplen 70 años de eso, para alegría de los escritores de fascículos y vendedores de Historia.

Buenos y malos en la guerra civil española

Oír esas historias me hizo darme cuenta de la dimensión verdadera del miedo, de qué significaba cagarse las patas abajo. Personas en grupo que llegaban armadas a una casa de noche y sacaban a los varones fuera de la casa, y que luego aparecían muertos en una cuneta. Y que las mujeres, si no eran también fusiladas, eran violadas o rapadas, para que todo el mundo las reconociera, marcadas como bestias. Y todo esto en un pueblo cualquiera, entre personas cualquiera, nadie que saliera en los periódicos.

Morir en una cuneta y enterrado en un olivar, y que luego tus nietos no sepan ni dónde están tus huesos. Y lo peor: odios entre familias por problemas personales o disputas de lindes de terreno, tonterías que aprovechaban una situación de guerra. Delaciones. Lo peor de la humanidad, la delación, el chivatazo: Fulanito es. Qué bajo cayeron lo seres humanos en esa época, es decir, nuestros padres o abuelos, chivándose del vecino o del antiguo amigo para mandarlos al paredón. Esto no sale normalmente en los libros, copados por fotos de militares o cargos públicos y rodeados de gráficos explicativos de heroicas batallas.

Tampoco hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que no es lo mismo ser vencedor que derrotado, ni golpista que legalista. Cosas que no puede curar la ley del silencio de la Transición de los años setenta del siglo XX. Barbaridades y criminales hubo en los dos bandos, pero razón no. La república española era el estado legítimo democrático, lo otro fue un puro golpe de estado. Pero eso no explica el odio.

¿Qué le pasó a la gente en los años treinta? ¿Se les fue la cabeza? En Córdoba ni dios sabe quién fue Don Bruno, uno que fusilaba a la gente conforme iba entrando en su despacho. Hay testimonios estremecedores que jamás se publicarán, porque nos los contaron testigos ya muertos. Yo sí lo sé porque me lo ha contado gente que se cagó en los pantalones en su presencia. Semejante criminal de guerra merece un lugar destacado en los libros de secundaria, pero nada.

Los viejos reaccionan ante ese nombre, los demás (es decir, la mayoría) no saben lo que hizo, ni a las personas que mató con sus propias manos. Quizá a veces sea bueno olvidar, pero yo creo que en este caso no.

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5 de Septiembre de 2006

La Importancia

Esto de internet debe ser una cosa poco importante, si no, no se entiende cómo una simple comparación de búsqueda en Google (que ya cansa un poco, tanta uniformidad, unanimidad o lo que sea esto) de Mariano José de Larra te traiga 256.000 resultados y de Julián Muñoz, 2.156.000. Dos millones y pico de páginas hablando del pobrecito silenciador, tiene huevos la cosa.

Lo que quiere decir que el susodicho Muñoz es diez veces más importante que Larra en la historia de España.

Ya, por ser malo, sólo aspiro a que el de los millones me alegre el día e imite al literato en su final. Sí, soy cruel, ¿qué pasa?. Por lo menos Larra no se llevó el dinero de los demás en bolsas de basura a su casa, sólo por eso merece el tiro. Cualquier ladrón normal de la administración pública hubiera usado métodos más o menos cool, pero hombre, bolsas de basura...

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