Adivinanza o paradoja epicúrea, he aquí la grandeza del ser humano, caso de que existiese, y que además tuviera la paciencia necesaria y la capacidad de escuchar:
Cuando yo estoy, ella no está, y cuando ella llegue, yo ya no estaré
¿Qué es?
¿?
Quienes hayan tardado más de setenta años en responder ya tienen, seguro, la respuesta.
-La muerte, coño, qué va a ser si no.
...
Estos días atmosféricamente extraños se mueven en España entre turbulentas diatribas políticas por las elecciones, el final de la apasionante y apisonante Liga de fúrbol y las trascendentales incógnitas de la relación de una cantante de coplas con la corrupción marbellera de su marido, querido o arrejuntado, además de los tópicos comentarios sobre el sospechoso y demasiado alegre traje de la vecina en la primera comunión de su sobrino, el de los dientes picados que repitió curso el año pasado. Apasionante.
También estaban las carreritas de barcos de unos ricos españoles contra otros ricos de otros sitios, en plácidas aguas valencianas, y la consiguiente sensación de orgullo o humillación subsiguiente, dependiendo de si el barco de tus amores patrios cruzaba la imaginaria línea de meta por delante del cascarón enemigo, o por el contrario lo hacía después. Sale en los telediarios y en los periódicos, no me lo invento. Pero esto ya no es noticia, puesto que, al igual que en Trafalgar, 'España' ha perdido con unos ingleses o australianos o de por ahí.
Dura vida de esta gente, de verdad. Dan ganas hasta de pensar.
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Ubi dubitum ibi libertas, donde hay duda, hay libertad. Hágame vd. caso, no se fíe de quien siempre está completamente seguro de todo, y además no se arrepiente de nada. Es como el que me vendió las papeletas de la tómbola de la feria de Jauja, provincia de Córdoba, que me aseguró que "todavía tenía posibilidades de ganar el premio", le hice caso atendiendo a la ley de probabilidades, y aquí me tiene vd. con un oso de peluche de metro y medio en el salón que ya no sé qué hacer para que se vaya a tomar mucho por culo.
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"¿Qué son quinientos mil rocieros en el fondo del mar?" Efectivamente, un buen comienzo, pero al guionista se le olvidó mencionar los miles de tambores, caballos, bueyes, carretas, simpecados, oraciones, guitarras, trajes folklóricos, litros de vino y lloreras, sin los cuales todo este impresionante espéctaculo de aspirantes a señoritos ociosos flotaría en el agua. Y eso no es.
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Es acojonante. Son ahora exactamente las siete de la tarde. Ayer mismo, más o menos a esta hora, también eran las siete de la tarde.
La vida es siempre lo mismo, birth, school, work, death.
Los caminos de la música son inescrutables. Siempre he pensado que un disco o una canción los asociamos al momento de su descubrimiento, y que ese es su verdadero, fundamental, único sentido: ni mejor ni peor calidad, ni nos gusta más o menos, sólo los sentimientos de un corazón abierto escuchando eso en ese momento de una vida que acabará triunfante en unos huesos enterrados entre lirios o unas cenizas esparcidas al viento en el sitio amado. Eso es la música, unos sonidos que son la musiquita de fondo del estado de ánimo. No son anuncios de coches, son pura vida.
Llevo todo el fin de semana escuchando 'Volta' de Björk. Pero, misteriosamente, en vez de intentar descifrar a qué otros discos anteriores se parece cada canción, repito una y otra vez una sola: 'The Dull Flame Of Desire', cantada entre notas orquestales por la cantante islandesa junto a Antony Hegarty, el de Antony and the Johnsons.
La letra se basa en un poema ruso del siglo XIX. Me sirve para practicar un poco de idioma inglés, puesto que he intentado traducirla por mi cuenta, y en ello llevo un par de días. Aquí la letra, y después lo que he interpretado yo en español, que como todo el mundo sabe, traducir poesía a otro idioma distinto del original es poco menos que imposible, porque las palabras una a una se podrán traducir, pero el sentimiento no.
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I love your eyes my dear.
Their splendid, sparkling fire.
When suddenly you raise them so
to cast a swift embracing glance,
like lightning flashing in the sky.
But theres a charm that is greater still:
When my loves eyes are lowered,
when all is fired by passions kiss
and through the downcast lashes,
I see the dull flame of desire.
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Amo tus ojos, mi amor.
Su fuego espléndido, resplandeciente.
Cuando los abres de pronto
para lanzar una repentina e insinuante mirada,
como un relámpago brillando en el cielo.
Pero hay un encanto mayor todavía:
Cuando se cierran los ojos de mi amor,
cuando todo se enciende por el beso de la pasión
y a través de las pestañas cerradas,
veo la opaca llama del deseo.
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Complicaciones con 'swift embracing glance' y con alguna otra expresión, es lo bueno que tiene traducir sabiendo poco inglés, guiándose por esa otra cosa aparte de la semántica que no sabremos nunca definir. Lo mejor de todo ello es que cuando encuentro palabras difíciles de traducir o sentimientos imposibles de mostrar, pienso: en eso consiste la música. Lo que no se puede expresar con palabras.
Por cierto, el principio de la canción, aunque sea una irrepetible muestra de amor, me recuerda a una marcha fúnebre. Pero el amor y la muerte van indisolublemente juntos desde hace millones de años, rompiendo fronteras, y éste es el caso. En el multitudinario entierro en Barcelona del anarquista Buenaventura Durruti, y también de una idea de sociedad, una banda de música interpretó 'Amarguras', una marcha de la semana santa sevillana, de Manuel Font de Anta. La música no entiende ni religiones ni dioses, ni política, ni de nada, sólo es sentimiento en unos corazones abiertos, exactamente lo que me provoca esta canción de Björk, una de las mejores que he escuchado en mi vida.
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[PD: Gracias a Bereni-C retoco un poco la traducción, 'lashes' aquí son pestañas, 'eyelashes', no latigazos. ¡En qué estaría yo pensando!]
Como nacemos como nacemos, es decir, amariconados, en clínicas modernas y limpias, rodeados de aparatos de un solo uso, señoras y señores con vestimentas de confianza, y esas cosas, lo normal es que, antes o después, tengas que chocarte con el protocolo y las buenas normas sociales. Si hubiéramos nacido en un establo, como Dios manda (de hecho su Hijo Chus nació en uno, pero vamos, hay que tener en cuenta que era un jipi), nada de esto ocurriría, todo sería mucho más sencillo. Pero no: hay que toparse con las formas y eso que llaman normas de urbanidad, aunque el acto sea en mitad del campo, en una finca de esas de señoritos con toros y un pestazo a mierda de caballo de agárrate. Pero es caca fina, ¿eh?
En una cena elegante de esas que te ponen un plato vacío y diez minutos más tarde un camarero se lo lleva sin usar, igual de vacío que antes, tengo a mi izquierda una señora que amablemente me indica que ese no es el tenedor del pescado, sino el de la carne, y que cuente los pinchos, pero noooo, con la mente, hijo, no con los dedos. ¿Contar pinchos con la mente?. Por un momento creo que esto es una cámara oculta del programa de misterio de Iker Casillas o como se llame el pavo ese que ve ovnis.
A mi derecha, otro señor que no conozco de nada me dice que lo correcto es comer la carne con el tenedor hacia abajo, mientras se deja el cuchillo dentro del plato, nunca fuera, puesto que cubierto que deja la mesa no vuelve. ¿Pero oiga, aún no sabe vd. pelar gambas con tenedor? Y va y dice la mujer, no se preocupe, si quiere se la pelo yo...
-(Horreur) Señora, por mí encantado, pero por favor, que aquí hay gente.
-¿Perdón?
-No, nada.
Mientras discuto levemente sobre onanismo con esta distinguida acompañante de la izquierda, el caballero de la derecha me sirve agua en la copa grande y vino blanco en la pequeña, "la otra es para el tinto". Ah, ya veo, hasta para las borracheras hay clases. Esto de las finuras me empieza a gustar.
-Nuestros anfitriones son magníficos, estudiaron relaciones públicas por lo privado-. Ajajá, me digo, ahora ya encaja todo: están en el negocio de las putas. Entonces es cuando el señor dice: "Este ruvoilloise de foie está exquisito".
No puede ser. Ha pronunciado la palabra que más odio en el mundo, exquisito. Cuando alguien la dice delante de mí, y más si es en una reunión de gilipollas, necesito solventar tal afrenta. Siguiendo el protocolo, cojo el cuchillo y el tenedor de cuatro pinchos de la señora de la izquierda y se los clavo a la vez en la garganta al señor de mi derecha, recojo la sangre con la pala del pescado y, lo poco que cae, vuelco todo en el vaso grande. Por último dejo los cubiertos encima del plato, me limpio con la servilleta, pido excusas y me retiro a mis aposentos. Todos los días se aprende algo.
Llevo meses dándole vueltas a una pregunta, que en realidad es La Pregunta: ¿Qué hago yo aquí?
Pues creo que he encontrado la respuesta. Resulta que, al igual que dice perfectamente Machado del camino y el andar, lo importante no es la pregunta en sí, ni su respuesta, sino el cuestionamiento mismo, el camino que hay que recorrer al comerse la cabeza con estas cuestiones.
No puedo explicarlo con pocas o muchas palabras, claro, porque son muchas horas, muchas noches dedicadas a ello. Si tuviera que definirlo con una sola palabra...
-¿Podrías definirlo con una sola palabra?
-No.
-¿Y algo que se le acerque?
-...
-Dignidad. Eso es lo que más se acerca a la respuesta a las preguntas que llevo buscando desde hace tiempo. 'Tolerancia' también valdría. Ignorancia, respeto, libertad individual, y podía seguir hasta agotar los años que me queden de vida, pero no hay que ir tan cerca. La dignidad es lo que diferencia a las personas, no el status social, ni el dinero, ni los coches, ni la inteligencia, ni la capacidad para amar ni para triunfar ni nada. La dignidad se aprende con el tiempo, eso es cierto.
Quién no sepa lo que significa 'dignidad' que mire en el diccionario de la RAE o en el Moliner o, en su defecto, en la Wikipedia. Y luego que se mire a sí mismo, a ver si es digno. Los que no lo sean siempre tienen la excusa del aburrimiento.
Dignidad es responder la verdad cuando se te pregunta algo, si no hay nada que esconder, si eres libre, si crees que con tu respuesta agrandarás el mal. Aún así, ser sincero, ser libre, ser digno.