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30 de Enero de 2006

El Ser o no Ser Telefónico, that's the question

Ya había visto yo varios anuncios televisivos donde te animaban a hablar por los telefonillos aunque no tuvieras nada que decir, y comprar teléfonos, tarjetas y todo tipo de cacharritos con ventajas para hablar con quien no tienes ni ganas: "Si eres de Amena... para los que sois de Vodafone...", pero pensaba que existía (aún) esa mentira paleocristiana del libre albedrío. Resulta que vas a cualquier tiendecilla de teléfonos de cualquier sitio, gran ciudad universal, capital de nación o poblacho y allí está, reluciente, la cola de gente presta a gastarse los dineritos en un pequeño aparato para hablar con el prójimo, previo pago de un pastón, claro.

Anuncio ameno

Aunque yo las colas que veo en esos sitios más me indicaban que allí repartían algo gratis, luego resulta que no era exactamente así. La gente firma contratos leoninos como el que bebe agua: es el primer síntoma de que hemos pasado de sociedad en desarrollo a sociedad plenamente del rollo, mucho rollo. ¿Tarjetas de prepago, para que no te controlen? No, hombre, por contrato y banco, que te regalamos un Nokia o un Kawasaki o un Rotweiler o lo que sea, pero con mogollón de megapíxeles y reproductor de eructos y politonos de colores y la hostia en verso y/o en prosa.

Ahora salen anuncios de telefonillos por toneladas, gente alegre portando revolucionarias banderas verdes, rojas o azules, dependiendo de si son de Amena, Vodafone o Movistar. Antes la gente sacaba las banderas para reivindicar ideología; ahora es la ideología del Tres En Uno la que impera, Un Sólo Hablador que son Tres, como el misterio de la Santísima Trinidad. Y parece que te los regalan comprando cuarto y mitad de chopped, pero noooo. Eso es, habeis dado en el clavo: Eres de Movistar, de Amena o de lo que sea, eres, es decir, perteneces. Eres un puto hablador que pagas por hablar. Esto se lo dices a un griego de la época de Diógenes y se caga en todo, pagar por decir tonterías, a lo que hemos llegado es al culmen de la civilización, a ser propiedad una de las tres compañías que te permiten hablar, y como se te ocurra, en un ataque de lucidez, abandonar o ponerles los cuernos con la competencia, nada de perdón, multa, castigo.

Lo mismo dentro de X años somos tambien propiedad de la compañía del Gas o del Agua o de Tabacalera o de Volkswagen o de lo que sea, porque lo que cuenta es ser de algún sitio o de algo (hijosdalgo), que no nos confundan con un hideputa o algo así medio chungo.

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29 de Enero de 2006

Niños y bancos (I)

Últimamente sobra caradura entre el mundo publicitario para copiar ideas de otros. Es el caso del Banco Santander y su campaña para renovar la imagen de banco de viejos que arrastra. Bajo la palabra Confianza me ponen a un chiquillo igualito que el de la portada del disco Nevermind de Nirvana, pero sin el anzuelo con el billete original.

El banco del Nirvana

Y luego me comentan: Queremos ser tu banco. Les ha faltado la segunda parte: ... para que el resto de tu puta precaria vida de hipotecado te saquemos hasta los hígados. Paga, pobre cabrón, o no haber nacido. Qué poco originales. La confianza da asco, dicen. Pues eso.

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24 de Enero de 2006

Haiku del domingo por la mañana

Duele la olla,
pero más dolor lleva
el bolsillito

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Muerte de Lateral

Hombre, está el mundillo cultural como para que desaparezcan revistas. Y si encima la que muere es la mejor, pues apaga y vámonos. Ahora le toca a la barcelonesa Lateral, esa que siempre apostó por la no-ficción como género literario de futuro, por las narrativas consideradas menores y por Iberoamérica como escenario de nuevos tesoros.

Estaba yo tan tranquilo esperando a que apareciera en el quiosco el nº 133, tarde como siempre, pues llevaba ya tiempo saliendo a finales de cada mes, cuando leo en El Mundo del domingo una esquela escrita por Juan Bonilla en la que decía que era una revista tan buena que quizá no la mereciéramos sus (por lo visto) escasos lectores. Tiene razón, aunque yo de Bonilla no me fío, que sé que escribe necrológicas por encargo con varios años de anticipación, como con Rafael Alberti, y así cuando casca el interfecto sólo tiene que cambiar las fechas, pim, pam y trabajo hecho.

Adiós a Lateral

Es triste este asunto. Robert Juan-Cantavella, en el editorial del último número, que se puede consultar gratuito e íntegro en internet, dice: "Señoras y señores, ha sido un placer... Por la presente, damos cumplimiento al destino último de toda revista cultural independiente que se precie, quién sabe si a la más elevada de sus funciones: desaparecer. Y lo hacemos como Dios manda, es decir, porque no queda otra, aplastados contra la pared y alojando en el costillar dos centímetros de espada, con la cabeza bien alta y sin el más leve signo de consentimiento".

Palabras similares, por tristes, suelta Mihály Dés, su director, cuando afirma que sí, que Lateral muere por falta de lectores y compradores, pero sobre todo porque no tiene detrás una fundación de ricos banqueros que ya no saben dónde coño van a blanquear el puto dinero que le roban a los prójimos, y montan revistas de cultura, que viste mucho en las reuniones en las que se reparten el pastel.

Se reservan el derecho de resurrección, que eso es lo que esperamos los seguidores ateos de nuestra revista, que resucite en papel mortal, nada de ediciones digitales ni internet ni pamplinas de estas de la gente moderna, que ya hasta Sánchez Dragó tiene blog, joder. Aunque lo actualiza menos que el permiso de armas de la guardia vaticana, eso sí.


[Lateral nº 133, fin de trayecto]

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17 de Enero de 2006

Haiku del sábado por la noche

Cuando vas ebrio
luces verdes del taxi
luciérnagas son

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La misteriosa mano de Dios

A comienzos del verano de 1986 yo tenía el cuerpo humano llenito de costras de varicela como si me hubieran pasado por encima los ejércitos de Atila. Mi madre me cortó a rape las uñas y me untó la cabeza y resto del cuerpo con polvos de talco para que no me pudiera rascar. Estuvo tentada de atarme las manos, pero es que el picor era insoportable. En medio de aquellos días terribles y noches insomnes de sufrimiento hice dos cosas: me leí de cabo a rabo La Regenta de Clarín, y me cargué enterito el mundial de fútbol de México, que como era en México y yo estaba en Europa, la mayoría de los partidos los tuve que ver a horas granujiles, las dos, las cuatro de la mañana.

El 22 de junio todo el sueño y el dolor ya me daban igual. Esperaba pacientemente tumbado a que viniera la tía de la guadaña, la luz blanca, el túnel, en fin, entregar la cuchara. De pronto, en el partido Inglaterra-Argentina que ponen por la tele via satélite (antes se decía así), surge el nº 10 de Diego Armando Maradona, que debe medir no más de metro sesenta, le gana el salto al portero de la Pérfida Albión dentro del área de meta, y para sorpresa de todo cristo, mete un gol como la abadía de Westminster de grande.

La Mano de Dios

Incredulidad en las huestes sajonas, protestan, "mano, mano, trampa", pero el árbitro no ha visto nada irregular, y el 1-0 sube al casillero. Luego, en otro lance, Maradona regatea en su propio campo a todo inglés viviente, avanza como el eslalom gigante de Sierra Nevada, con la bola cosida a las patas, regatea al portero y marca uno de los mejores goles de la historia, pero no ya de la historia del fútbol, sino de la Historia Universal de la Humanidad, porque aunque parezca mentira, aquello no fue un gol sino una venganza shakespeariana. Templando, mandando, humillando.

-Diego, ¿metiste el gol con la mano?
-No, yo no, fue la mano de Dios.

Y es que mucha gente piensa que Dios, el dios de Maradona, que era católico, quiso de esta forma castigar a Enrique VIII y a los anglicanos y a la Reina Madre y a todos los ingleses en general por muchas afrentas, entre ellas por lo de las Malvinas. De pronto se paró el mundo, se me quitó la fiebre y, al día siguiente, pude dormir como un tronco. ¿Méritos de Argentina? No, hombre, justicia.

Y cuando a veces veo la repetición del asombroso brazo extendido de un jugador bajito que sube hasta la pelota no veo trampa, veo manufactura divina. Hasta un ateo como yo lo ve.

Luego, a través de un topo que tengo en la prensa, me enteré de que la selección inglesa presentó una protesta formal a la FIFA, con la prueba irrefutable del vídeo donde se ve claramente que el tanto era ilegal. En ese momento surge un directivo argentino que les contesta lo siguiente:

-Miren ustedes, Maradona ha marcado un gol ilegal, pero tengan en cuenta que antes del partido se ha metido tanta droga como para alicatar tres cuartos de baño. Dos ilegalidades forman una legalidad, menos mas menos es más, eso lo estudian los párvulos en matemáticas... y, ché, no querrán convencernos de que Newton estaba equivocado, ¿no?

Y así el gol pasó a ser legal, como la vida misma.

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15 de Enero de 2006

Grandes personajes de la infrahistoria: Ramón, el panadero sin escrúpulos

Dentro de nuestra casa común madrileña de Santa Ana 2, muy cerca de la estatua de Eloy Gonzalo, el héroe conocido como popularmente como 'Cascorro', convivíamos gentuza de varias nacionalidades en régimen de semiocupación, también llamado alquiler distraído con derecho a luz. Teníamos la muy burguesa costumbre de comprar diariamente tres cosas de necesidad primaria: cajas de tercios de cerveza Mahou, de esos tipo botijero, chaticos que ya sólo salen en las series televisivas de época, y/o vino peleón de cocinar, en una bodega de la misma calle Santa Ana a la que también acudía nuestra vecina Rossy de Palma; el alternativo y sorprendente periódico El Independiente, por turnos, en cualquier quiosco cercano o en la facultad, que acumulábamos al lado de la puerta y que formaba a los pocos meses montaña que en muchas ocasiones impedía la salida o entrada del salón; y por último, pero no menos importante, el imprescindible pan, siempre en la panadería de Ramón, en la calle de la Ruda, nuestro ídolo del barrio, el padre de los frikis antes de que existieran los frikis.

Ramón, panadero

Ramón (al que entre nosotros llamabámos simplemente Rrrr, para abreviar) tenía todos los ingredientes de personaje de novela a medio camino entre Chuck Palahniuk y Pío Baroja. Su escasa matilla de pelo negro rizado con matices canoso-metálicos, más cercana al aspecto del estropajo Nanas que a cabellera humana, sus gafas de pasta marrón estilo Pere Gimferrer, de cristales de culo de vaso marcados con huellas del tamaño de la boca de metro de La Latina, y de patillas siempre dobladas, su barba de moderno de cinco días sin mirarse al espejo, su camisa con los primeros botones desabrochados y los últimos abrochados pero cojos, con la jarapilla fuera, su bragueta resistente a permanecer cerrada, que mostraba unos calzoncillos de dudoso blanco amarillento con paquetera delantera abierta que el gran Alfredo Landa puso de moda en películas en las que rudos y varoniles españolazos setenteros perseguían por los colchones a suecas supuestamente ligeras de cascos a las que atraían por señas o con sonidos guturales, como en los documentales de apareamiento de los ñús africanos. Podría tener entre treinta y setenta años, todo él era un pequeño buda precursor del grunge.

-¿Qué va a ser?
-Carne de membrillo -bromeábamos, aunque él nunca captaba el chiste-. Dos pistolas, hombre, Rrrrramón.
-¿Calientes?
-Sí, pero no te preocupes, aguantamos hasta que salgamos por la noche, que hoy es viernes.

Ramón no cogía la ironía ni la mala pipa de nuestras palabras. Nos vendía barras y pistolas con unas manos llenas de dedos gordos y de uñas que llevaban meses acumulando una mugre negroparduzca cuyo origen ninguno de los presentes se atrevía a aventurar. Nos gustaba comprarle el pan bien temprano, casi de noche, porque a esa hora nuestro héroe aún no estaba del todo despierto y el pan estaba más o menos recién sacado del horno. Cuando nuestra vecina del segundo, vieja bruja hipócrita que espiaba nuestros pasos, nos escuchaba algunas veces bajar corriendo por las escaleras aproximadamente a las tres menos cinco, momentos antes de cerrar la tienda, abría su puerta y nos encargaba comprarle el pan. Mal rollo, porque sabíamos que a esa hora, impepinablemente Ramón iba a echar su meada del mediodía, salía de frente subiéndose la cremallera y en ninguna ocasión lo habíamos visto lavarse las manos. Era entonces cuando le decíamos: "Rrrramón, ¿este pan es de hoy?", y él, en su infinita bondad, hincaba las uñas en la barra para, agujero mediante, demostrar que su producto estaba perfectamente crujiente y comestible. Esa era la barra de la vecina, sin duda.

Días felices de soberanía, pardiez.

(Fragmento del libro de memorias Santa Ana 2, 3D, inédito)

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Fragmentos (IV)

De estos domingos así tranquilitos que Uno se levanta, se viste, compra la prensa con sus correspondientes suplementos de colorines, y un mollete de Antequera medio crudo para tostarlo y echarle aceite de Zuheros, pues resulta que dichos parsimoniosos y burgueses domingos se pueden convertir en El Día del Juicio Final si, al abrir un periódico que vive de contar medias verdades o mentiras completas (como todos) lees las mismas pamplinas de siempre, pero de manera que te den ganas de afilar la navaja para rajar al primero que se te cruce antes de llegar al horóscopo o al sudoku. Muchas veces me he preguntado por qué no hay en España un The Sun como en Inglaterra, un periódico que sólo se dedique a secuestros, asesinatos, crímenes pasionales, esoterismo, estafas, venganzas, explosiones y asuntos sanguinolientos en general. Respuesta: ¿Para qué, si los demás ya hacen esa función? Es lo mismo que otro asunto que preocupa a los corresponsales periodísticos de media Europa: ¿Por qué no hay un partido fuerte de ultraderecha en España, como en el resto del continente? Pues porque no hace falta, hombre, si ya están todos ocupados dirigiendo el PP.

...

Un ejemplo de este alarmismo amarillista de buena parte de los periódicos: la gente que sabe de mi supuesto izquierdismo me dice: ¿Cómo lees esa mierda? Pues hombre, por eso mismo, para que hagan gimnasia la bilis y las meninges. El País, querido, para un rojillo es muy aburrido, te cuentan lo que quieres oír. El Mundo, sin embargo, da mucho juego. Hoy dedica las ocho o diez primeras páginas a echar pestes de la política de Zapatero en todos los frentes, mezclándolo todo, para dar mayor sensación de caos y favorecer su alternativa, que es el PP, claro.

Leyendo esta mierda panfletaria da la sensación de que mañana será el comienzo de la Guerra Civil, y que vayan vds. afinando sus rifles de mira telescópica, espíen a su vecino a ver a qué hora vuelve, ese sospechoso de maricón que escucha El Larguero y que será el primero en caer, por antiespañol.

Información, opinión, obituarios, deportes, análisis, todo está marcado por el barniz zpmierda: el Estatuto catalán que rebaja el papel del estado español, el malestar de unos cuantos pseudogolpistas en los cuarteles, los bajos niveles de formación de los estudiantes, el acoso al santo, constitucional, demnócrata y moderado Federico Jiménez, el retraso de la reforma constitucional necesaria para que la hija del Príncipe de Asturias reine, el aumento de los delitos cometidos por inmigrantes, los chanchullos mediáticos de Polanco y Gabilondo, la subida del precio de la vivienda, la ley fascista antitabaco... todo mezclado, unas veces medias verdades y otras directamente mentiras como puños. Todo sirve, porque aquí viene el Pp a salvar esta casa de putas en que han convertido los socialistas a Expaña.

Sí, ya sé que a mí también se me ha contagiado la mala leche y el sermoneo. Gentuza, yo que sólo iba a desayunar y a leer cómo había quedado mi equipo, y mira las palabrotas que me obligais a decir.

...

(Reflexión y Genuflexión)
¿Y los que no somos nacionalistas de nada ni de nadie ni de ningún puto dios ni bandera ni patria ni su puta madre, qué haremos ahora, cuando ya habéis decidido mataros unos a otros por un trapo de colores, cuándo podremos salir a pasear por la calle, cuándo podremos andar por el campo, qué hablaremos, de qué opinamos? Nacionalistas de toda calaña, lo habéis emponzoñado todo con la puta palabra patria, españoles, catalanes, andaluces, vascos, gallegos, europeos al fin, que seais todos felices. Sólo hay una cosa peor: la religión.

Definición para el diccionario del término Nación: Conjunto de personas unidas por tres palabras: hijos de puta.

...

La Fura dels Baus, Metamorfosis

Me encuentro con mi amigo Juanlu en la representación de Metamorfosis de La Fura del Baus en Córdoba; me dice que, aunque no sea cierto del todo el alarmismo pepero-pedrojetaramirecista, existe un cambio en la sociedad, comprobable en dos casos:


  • Los adolescentes son, en su inmensa mayoría, analfabetos. Pero eso no es nuevo, el cambio es que hace unas décadas eran incultos pero se avergonzaban de ello; ahora lo llevan con orgullo. Se ríen (yo creo que en esto tienen razón) de los tristes universitarios que, mientras ellos trabajan en la construcción desde los dieciséis años, y en poco tiempo exhiben alegría irresistible con músiquita estridente en audis, bemeuves y polos tuneados, bebiendo cubatas caros en discotecas, sus coetáneos listos aspiran a conseguir una plaza funcionarial estudiando hasta los treintaytantos y pasándolas putas para pedirles algo a sus padres para hacer un botellón de garrafa. Universidad ya no es igual a prestigio, más bien es una fábrica de lumpenproletariado de lujo, a ver cuando se nos mete esto en la cabeza.

  • La gente sale con navajas a la calle, igual que antes; pero ahora, en cuanto hay un escarceo ya no se tira a la pierna o el brazo: ahora se va a la yugular o directamente al corazón. Una prueba: apenas hay rajados leves por navaja, sólo heridos graves o directamente muertos. El año 2004 la Policía requisó 150 navajas y cuchillos en Ciudad Jardín: en 2005 han sido 1084. Me produce escalofríos saber que la muerte y el riesgo torero de los hierros en la carne hayan podido convertirse en una diversión mayoritaria en un sitio presumiblemente de paz como éste.

Que mala pipa tiene esto de cumplir años, y por tanto ir dando más importancia a la seguridad que a la libertad. El miedo no es más que la suma de un año tras otro año, y así se encuentra uno en la misma situación que cuando tenía la obligación de comerse el mundo con quince, pero al revés. Comerse el mundo y tragárselo, cuando antes lo devolvías.

...

Menos mal que aquí está la Familia Irreal para salvar este día aciago de lecturas poco edificantes. Acaban de bautizar a la criatura Leonor. El Ex-Palanganero Mayor del Reino, un tal Jaime Peñainfiel, en su línea de ataque frontal al rey y resto de familia, dice que la chiquilla se parece al padre de Leticia, y que al abuelo taxista el traje le sienta como a un santocristo dos pistolas.Y que si la hermana de la princesa es una pseudoseñora trepa que está bastante buena. Una serie, Cortefiel, una serie de dibujos animados se merece esta Casa.

A mí, que ni entro ni salgo en discusiones de Palacio, lo que me ha caído fatal es la falta de protagonismo en la ceremonia del simpar Froilán, el Karateka Real, el Tigre de La Zarzuela, el Caimán de Marivent, siempre presto a pegar patadas en el culo al primer mangurrino plebeyo que se cruce en su camino, se ve que le echaron un par de valiums y tranquimaxines en el colacao, y estaba el chiquillo que daba pena verlo. Con lo que tú has sido, chaval. Ah, y se me olvidaba la mala hostia que tiene el cura que echaba el agüita del Jordán a la infanta, hasta se le olvidó el nombre. Para cobrar los billetes del Estado sí que tiene memoria, al parecer. Una vez le pedí al cura de una boda ortodoxa a la que asistí el gorro ese bicornio dorado tan bonito y elegante, a cambio de mi conversión a la fe, pero el cabrón me dijo que no y que dejara de beber.

Qué creyente se ha perdido el mundo, rediós.

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12 de Enero de 2006

Grandes personajes de la infrahistoria: Calamidad Gutiérrez

Nació en 1917 en un hospital privado de un barrio burgués de la ciudad portuaria canadiense de Halifax, en Nueva Escocia, durante el transcurso de la I Guerra Mundial y la explosión de un barco lleno de municiones que destruyó la ciudad. De padre desconocido (de entre siete posibles, todos de dudosa reputación, menos un banquero, pero éste no era, eso es seguro), su madre cubana lo cuidó amorosamente hasta que, debido a reveses de la Bolsa y la vida, fue abandonado a los ocho años en un orfanato municipal.

Mientras consigue sus primeros trabajos como monaguillo de la liturgia católica en una parroquia de su barrio de la que huye en cuanto consigue hacer copia de las llaves de la sacristía y robar las remesas de hostias y vino de consagrar para revender la mercancía a unos tristes traficantes de estupefacientes turcos que como tapadera tenían una tienda de telas para trajes de disfraces, se echa varias novias de distintas nacionalidades y razas, en la biblioteca del estado comienza a interesarse por Mallarmé y los simbolistas franceses, pero al poco tiempo descubre que eran todos unos impostores que fingían su sufrimiento, bebe como un cosaco hasta lograr que le extirpen el hígado y otros órganos menos importantes pero cercanos en un hospital de la seguridad social, todo ello antes de los veinte años. A los ventidós hace poemas surrealistas en servilletas de bares donde comienza a experimentar con las rimas de las palabras 'malestar' y 'follar', todo ello en inglés, francés y el español materno, Estudió antropología en el King's College de su ciudad natal, y a punto de doctorarse con una tesis sobre el canibalismo en las islas Marshall, huye sin dejar rastro.

Calamidad Gutierrez

Nadie sabe el paradero de Calamidad Gutiérrez hasta que varios años después se alista al ejército norteamericano para luchar en Europa contra el nazismo, pero por culpa del sarampión pasa a ejercer labores de retaguardia en una fábrica que acolcha los ataúdes para los compañeros que vuelven de la guerra con los pies por delante, tras lo cual entra en depresión y se va por libre al frente asiático donde, tras sobornar al fotógrafo, consigue pasar a la historia pinchando la bandera de las barras y estrellas en Iwo-Jima, y sin que se nadie se entere, entra en relaciones con el oficial que pasa a limpio las listas de soldados propuestos por el gobierno para recibir las condecoraciones militares, y se hace con sesenta, aunque nunca (que se sepa) las lucirá en su pechera a la vez.

De vuelta a la vida civil, y gracias a sus conocimientos etnológicos, se gana la vida como asesor técnico de la escuela de boxeadores blancos que el Ku Klux Klan mantenía en Pulaski (Tennessee) para derrocar violentamente el poderío pugilístico afroamericano, pero en la práctica era el que sostenía la cubeta con la esponja y el agua en la esquina del ring. Ganó seis combates y perdió treintaysiete, y tras reunirse sus jefes a la vista de las estadísticas, fue cesado, aunque él ya había puesto pies en polvorosa la noche de antes en un coche robado.

Lo último que se sabe de él es que había montado en los años cincuenta, tras pasar de mala manera la frontera entre Bután y la India, una tienda de muñequitos budistas, trompetillas y souvenirs en Lhasa, Tibet. Cuando entraron los ejércitos de Mao en el país, Calamidad estaba en un juicio en el palacio del Potala por no pagar los siete últimos años de alquiler, pero consiguió escaquearse tras delatar a varios monjes con los que había tenido relaciones prematrimoniales, y así se pudo embarcar en Ceilán en un barco de carga como parte de la cuadrilla (mozo de espadas) de un torero aficionado que daba corridas de exhibición por los pueblos asiáticos.

Y así hasta ahora, en que nos encontramos aquí en los Pirineos Orientales buscando su tumba con una beca de la National Geographic Society, bastante floja por cierto. La única pista que tenemos es una foto borrosa de su lápida en la que pone: "Calamidad Gutiérrez. Más triste es lo de ustedes, que están haciendo el tonto". Mi ayudante dice que estamos a un paso de conocer toda la historia.

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10 de Enero de 2006

La Era de los Reyes

Igual que la Historia y el Tiempo en Occidente se dividen, arbitraria, imprecisa y absurdamente en dos partes bien diferenciadas, Antes (a.C.) y Después de Cristo (d.C.), mi historia propia, mi Era personal, se divide en Antes del Hijoputa (a.H.) y Después de Él (d.H.), puesto que yo empiezo a ser persona, es decir a mentir, a robar, a comportarme como un cabrón, a perder la inocencia y la bondad y las ganas de reírme en el justo momento en que alguien al que llamaremos, por abreviar, el Hijoputa, me dice en la calle que los Reyes Magos no existen. El invento de la rueda y el fuego me parece una nimiedad desde entonces, ya nada tiene sentido.

Calculo que yo nací un soleado día de julio del año 7 (a.H.), que moriré unos cuantos años después (d.H.). Esto es ciencia, ojo.

Juguetes

Igual de ciencia es que, para que a un chiquillo de ahora le ilusione lo que le vas a comprar, hay que diferenciar en si el chiquillo está en su propia era a.H o ya ha pasado a d.H, porque si ya es persona y cree en lo que le ha contado el Hijoputa de turno, amigo, ya todo lo que le regales le parecerá una mierda comprada con tu puto dinero, y ya no le hará ilusión.

Y no le falta razón.

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Misterio de Navidad

"El primero de cada año siempre me suena a varias ideas asociadas a algunas palabras o frases:

  • Resaca obligatoria, y posteriormente, expulsión violenta de lo anteriormente ingerido. Tonterías de los humanos. ¿Cuando inventarán la dichosa maquinita que pone sobrio apretando un botón?

  • Concierto de música clásica, y al final la gente aplaude en mitad de la interpretación de una pieza al loqueras despeinado que los dirige con un palito, como en un recital de Sepultura featuring José Luis Perales.

  • Saltos de esquí, desde la estación invernal de Garmis-Parten-Kitchen o un nombre así, tan impronunciable que yo creo que no existe en la vida real, es sólo una estratagema de la Unión Europea para que los ciudadanos puedan ejercitar la lengua y aprendan a hablar de nuevo tras la ingesta masiva de alcohol de garrafón.

  • Llamadas de felicitación, que podrían ser perfectamete una grabación de hace siete años, e incluso una cacofonía, porque todas suenan igual de falsas y antiguas.

Afortunadamente este 1 de enero pasado no he tenido que sufrir nada de eso, puesto que en los días anteriores abusé de tal forma que no me he podido levantar del camastro hasta hace poco. Y así, ciego y sordo, no he podido ver ni escuchar felicitaciones ni conciertos ni saltitos de esquí, lo cual teniendo en cuenta que el día dos era también festivo, es decir, el Día de la Marmota, le ha venido a mi cuerpo super-bien".


Y hasta aquí el texto que me encontré al lado del cadáver.

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