Mis compañeros de trabajo tuvieron hace un mes la ocurrencia de regalarme por mi no-cumpleaños una batidora, ya que parece que yo ya les estaba dando la castaña poderosamente con las ventajas de los zumitos de frutas y verduras variadas, de lo elegantes que eran sus colorines y sus ventajas para la salud (mental más que física, sobre todo porque te permite imaginarte machacando enemigos y haciendo de sus órganos papillas bebibles), de quien se dedica a batir o licuar los productos de la huerta.
Lo que no saben es que si soy amante del licuado no es por otra cosa que por la flojera que me supone tener que pelar la fruta. Ahora me compro un melón todos los días, una sandía cada dos, y un revuelto de melocotones, papayas y otras cosas de esas verdes o amarillas cada tres, se pela, se trocea todo con cariño y elegancia, y tracatrán, al vaso y al fresquito. Incluso me estoy quitando de los helados industriales, sobre todo después de saber la procedencia de las cosas que les echan ahora, y que dudo que pudieran ser del agrado de una rata tibetana hambrienta.
La batidora antigua, que me regaló mi abuela hace ya unos pocos-bastantes años, la he jubilado, pero me da cosa tirarla. Una especie de síndrome de Estocolmo, pero de máquina. Es una pena, al cajón a dormir, por si acaso, que estas cosas nuevas seguro que las hacen los chinos y no duran ni una quinta parte de las antiguas. Pero se agradece el detallazo.
La voz de The Cranberries publica, varios años después de apagarse, un conjunto de coplas. Llamar disco a las canciones agrupadas bajo un título homogéneo y que antiguamente la gente compraba en formato vinilo o cd es, en este tiempo tecnológico, un poco incongruente. No tardará mucho en venderse o regalarse la música en unas pastillitas para teléfonos, cápsulas con unas poquitas cancioncillas y sus correspondientes versiones, remixes y variaciones. Pero esto que ha sacado Dolores O'Riordan es, por ahora, un disco que se llama 'Are you Listening?'.
Muchos seguidores de la banda irlandesa se han dividido en dos, quienes defienden que el sonido es el mismo que el del grupo originario, (y por tanto esto es positivo para quien gustaba de lo clásico) y quienes esperaban un cambio en el estilo y las melodías, amantes de lo novedoso y críticos a todo lo que suene a comercial.
Estoy de acuerdo con ambos, el disco entero parece una sola canción. Pero la canción de esta mujer es, como su voz, preciosa. Me gustan algunas muy cranberries, 'Ordinary Day' o 'Accept Things', y cierto es que suena muy pop comercial, pero más me gustan otras cosas que canta como 'Black Widow' con sus pianitos y su atmósfera infantil, y su poquito de guitarreo jevi al final.
Y lo que más me gusta es que resurja lo que creía muerto, y con más fuerza.
Esto que se ve aquí es mi máquina, una Coluer Sixties C700 que me apañé en Solobici, la tienda-taller que Gerhard tiene en el Paseo de la Ribera, justo al lado de la Mezquita de Córdoba. Es un modelo de bici híbrida, a medio camino entre las citybikes que usan los ejecutivos de London y las BTT de esos que van pegando saltos por las montañas. Me recuerda mucho a la primera que tuve, mi añorada Dixie inglesa de piñón fijo, sin frenos de manillar (frenaba dándole patrás al pedal), una auténtica joya friki que mi padre me regaló tras cambiarla por su vieja Vespa. Esta Coluer lleva faros, guardabarros y portamaletín trasero, con amortiguación delantera, lo cual viene bien cuando te tienes que bajar por bordillos grandes.
Por ahora me funciona bastante bien, andorroteo con ella por los carriles-bici durante los fines de semana, y algunas veces de noche los días laborales, cuando no hay nadie, y entonces me salgo del carril y circulo también por las calles peatonales del centro y la judería. Por ahora aún no me he pegado ninguna hostia reseñable, aunque sí que he tenido que insultar a algunos conductores de esos que aparcan en el carril como si fuera su cochera. Ayer mismo me cagué en los familiares de un conductor de un puto 4x4 que me iba a atropellar al cruzar por un semáforo que yo tenía en verde.
Excepto esas pequeñas cosillas, la máquina funciona perfectamente. Yo me pego mis pequeñas palizas de una o dos horas yendo ligerillo, tras lo cual, consecuentemente, me bebo un par de cañas como dios manda y me queo roque. Es el único remedio efectivo contra el puto insomnio, que dicen que es una enfermedad de ricos, dicen, pero se ve que en mi caso la naturaleza se ha equivocado, porque los billetes no los veo por ningún lado.
PD: Si alguien quiere colaborar altruistamente al desarrollo de la ciencia, para comprobar si la falta de sueño que me ataca es o no una enfermedad de potentados, pueden depositar sus donativos y joyas en mi dirección de correo habitual, que su dios seguro que se lo paga con creces .