En una playa a las nueve de la mañana se pueden hacer muchas cosas, incluso el amor. Y una de las cosas más reconfortantes es tumbarte y no hacer nada, aunque hay gente que no lo soporta.
María lee una revista en la que sale Judit Mascó. Y yo meto los pies en la arena y me pongo crema protectora factor cienmil, aún así me quemo, me refresco la nuca con el agua salada. Miro y no hay nadie, estamos solos.
¿Qué más puedo esperar de una playa desierta? Que lleguen las olas gigantes y me arrastren al fondo, que un marrajo me seccione una pierna y a partir de ahora me llamen el cojo que intentó nadar donde no se podía, que una gaviota se cague en el bocadillo de tortilla, que ya es atinar con todos los kilómetros al norte y al sur que tenías, hijaputa.
Que no se acabe el mundo.
Que pueda seguir viniendo aquí con ella, y que no haya nadie más que las medusas y el sonido continuo del agua estrellándose contra mi cuerpo, como hoy.
Me encuentro, de paseo por Sorbas (en las cercanías del desierto almeriense), con un pequeño gorrión agazapado en uno de los pilares de la puerta de una casa. No se mueve, qué extraño.
Le hago una foto, me acerco y quiero tocarlo, pero me retiro y lo dejo tranquilo. Dice el diccionario de la palabra gorrión:
"Pájaro de unos doce centímetros desde la cabeza a la extremidad de la cola, con el pico fuerte, cónico y algo doblado en la punta; plumaje pardo en la cabeza, castaño en el cuello, espalda, alas y cola, pero con manchas negras y rojizas, ceniciento en el vientre; en el macho, con babero negro en pecho y garganta. Es sedentario y muy abundante en España".
Y de gorrionera: Lugar donde se recoge y oculta gente viciosa y de mal vivir".
Este pobre gorrión ni siquiera va a tener tiempo de tener mala vida, según la definición del diccionario, no creo que llegue a su nido. No creo que pueda volver a robar y matar. Es lo que mismo que pasa con el adjetivo burro, o con borrico, que le achacan a un buen animal cualidades negativas que no tiene: lo único que hace el burro es ser prudente, no hacer caso del amo cuando el amo no tienen razón. Un caballo, si le dice su dueño rociero o señorito o aristócrata: "Salta al barranco", el bicho obedece y salta. El burro no. Y por esto lo insultan y le dicen tonto.
Los humanos somos lo peor, sin duda.
Me acerco al gorrión, pero no se mueve. Qué raro, parece que no se asusta, pero transcurridos unos segundos me doy cuenta de que no es eso, es que está enfermo. Indefenso, ni se inmuta de mi presencia.
Tengo una cámara, un objetivo que lo captura y lo inmortaliza antes de que muera. La fotografía consiste en eso, en hacer pasar a la posteridad lo que va a morir. Pero en este caso me da vergüenza acercarme tanto y que no huya, me aprovecho de su debilidad.
Visto de cerca el gorrión compruebo que el animalito tirita, a pesar de que estamos a treinta grados. No puede volar, lo cual quiere decir que morirá pronto. Una vez ví como una persona recogía un pájaro del suelo que agonizaba porque se había estrellado contra una pared, y le retorcía el pescuezo. "Es para que no sufra", me dijo.
-¿No te parece bien?
-No sé qué pensar.
...
Sí, bueno, los únicos animales que tenemos ese peculiar sentido de la responsabilidad con el sufrimiento de los demás somos los humanos, por eso secuestramos, violamos y ejecutamos en la silla eléctrica, para ahorrarles las fatigas del trance al más allá, que los pobres culpables pecadores no sufran mientras esperan el juicio final o lo que sea eso que va después del túnel.
China gobernará el mundo porque en Europa y en los EEUU todavía no se han enterado de que si me compro unos lápices Alpino o unos rotuladores Carioca, y me duran toda la vida, (como es mi caso, que tengo una caja desde que era chico y todavía pintan, los heredarán mis hijos y luego mis nietos, y seguirán pintando), no hay negocio. Los rotuladores chinos que venden en las tiendas de todo a cien ya vienen gastados de fábrica. Es lo lógico.
Las cosas que hacen los chinos son tan malas que estoy completamente seguro de que hay un departamento en cada industria encargado de supervisar que los productos son realmente malos, porque si fueran buenos y duraran mucho se acababa el chollo. Esta forma de marketing la inventó el que inventó los pañuelitos kleenex.
Clase de informática, 10:30 AM.
-A ver, niños y niñas, pregunta de examen: ¿Cómo se llama el navegador que usa la mayoría de la gente, porque viene instalado con el sistema operativo? ¿Y cuáles son los navegadores alternativos?
-Yo lo sé, yo lo sé.
-Pos dilo.
-Por su bravura le llaman El Temido...
-No, mal. Cero patatero. ¿Alguien lo sabe?
-El navegador que viene con el Güindos se llama Internet Exploter... lo tengo aquí en los apuntes, espera... ah, y es muy malo, porque tiene muchos fallos de seguridad, no tiene pestañas, es lento y deja pasar las ventanas efervescentes de los anuncios de tías en pelota y del casino...
-Bueeeeno, vale, ¿Y la alternativa para que no ocurra eso?
-Pueees... un momento... ¿el Nocilla?
-¿Cóoooomo?
-¡Sin duda, el Morcilla Fairfos!
-Exacto, niño, un diez.
Quien diga que esto no es pedagógico miente como un bellaco. Si a alguien le molestan las ventanas efervescentes, por dios, cámbiese ya al Firefox de una puñetera vez. El otro día me dijo el encargao de un ciber que como no hay forma humana de meterle esto en la cabeza a la gente, porque somos todos una banda de flojos, ha tenido que poner el icono de Internet Explorer en el escritorio, pero cambiando el enlace, que abre directamente el otro.
[ Mozilla Firefox ]
Cuando estudiábamos antropología se nos decía que el gran fallo de Occidente era intentar explicar racionalmente, siguiendo las enseñanzas de la Ilustración, cosas que no podían explicarse, y que cuando nos encontrábamos con algo ininteligible, inmediatamente nos llenábamos la cabeza de prejuicios y lo calificábamos con el término superstición.
Una vez le leí a Savater esto: Es como si para estudiar el sacramento del bautismo y el agua bendita analizáramos los componentes del agua. Pero nadie dice que, momentos antes de entregar la cuchara, las personas más ateas que están a punto de fallecer se vuelven de repente espirituales. Por si acaso, supongo.
Por si acaso ayer entré en una iglesia con una botella de cocacola de dos litros (vacía), me acerqué a la pila y la llené con el agua bendita, la misma con la que la gente se da friegas en la frente haciendo cruces con el dedo gordo de la mano. Hoy me he bebido la mitad y me siento mucho mejor, de verdad.
Hasta he echado dos quinielas y una primitiva.
Igual que el lápiz se sabe de memoria lo que hay que pintar, porque lo lleva dentro, igual que la piedra se sabe la escultura que hay en ella, la pluma o el bolígrafo se sabían los exámenes (por eso en vez de estudiar, copiaba el día anterior toda la materia). Todo está dentro del material.
Pero con la máquina de escribir no pasaba igual, las teclas se quedaban pegadas a los dedos, no hacían tac tac tac, y las horas pasaban con los folios en blanco. Y peor que el tiempo pasando sin el reguero de tinta era el silencio. Nada había que contar.
Las máquinas también tienen su pequeño corazón, y reivindican ser usadas en un contexto determinado. Es lo que antiguamente se llamaba inspiración, y que ahora no sé como coño se llama, porque hoy, igual que ayer (bueno, prácticamente desde que cumplí los seis años), no estoy inspirado.
A pesar de que le faltaban tres dedos de una mano y que el aliento le olía a bocadillo de ajos de Montalbán recalentados, Faustino tenía mucha suerte con las chicas porque les daba pena. No a una o a dos, a toda la clase. Los demás lo imitábamos en su dejadez, en su mirada huidiza, en su costumbre de sacarse los forros de los bolsillos y enseñar lo pelao que andaba por la vida, pero no podíamos con la fuerza, el egoísmo y el carisma que despachaba a tutiplén y sin moderación, inexplicablemente, como el rey Baltasar tirando caramelos en una cabalgata para niños muertos de hambre.
Tampoco podíamos con su capacidad para los idiomas, cosa que a todas les encantaba: confundir forgotten con furgoneta no está al alcance de cualquiera.
-Maria Eugenia, table significa tabla, library, librería, garden, gardenia...¿no?
-Sí, niño, idiot, idiota, stupid, estúpido... sigue así.
-Joder...
Nadie como Faustino sabía manejar la lengua y sus ritmos, eso estaba claro.
De vez en cuando recibe uno en su correo, entre anuncios de basura y basura con forma de anuncio, felices sorpresas. La pintora donostiarra Carmen Aguado se ha pasado al bando de los recolectores de veletas y me manda de vez en cuando alguna de sus capturas, como ésta de Naarden, Holanda, preciosa, de aquí abajo.
La veletas de barco me parecen redundantes, pero me encantan, porque los que vivimos tierra adentro y añoramos el mar sabemos lo que significan. Y porque nunca estamos seguros de si veleta viene de vela o la revés, igual que los barcos, que no sabes si van o si regresan, y que en esa duda está su belleza, de la misma forma que cuando se viaja lo importante no está ni en la partida ni en el destino, sino en el camino, que es donde se aprende.
[ ¡Más Madera!, el blog de Carmen Aguado ]
El nivel de vida de una población no se mide por el número de bibliotecas o de fábricas, o por la renta per cápita. Se mide por el número de zapaterías que alberga, y por la venta de campers, panama jacks, callahans, lotusse, martinellis, chirucas o nikes.
Ninguna persona que disponga de dinero dejaría de comprase unos zapatos buenos antes que unos malos o ir descalzo, porque una de las primeras cosas que te enseñan en la sociedad es a clasificar a la gente por su calzado, a mirarles los pies antes que los ojos. Esto lo saben bien los militares y los deportistas, y sus industrias adyacentes.
Esto no es ni bueno ni malo, sino una comprobación científica: más y mejores zapatos, más dinero.
Hace muchos más años de los que me acuerdo, subía raudo las montañas cerca de mi casa para llegar y ver desde allí lo que abajo estaba oculto. Era más o menos la paradoja de los árboles que no dejan ver el bosque. Y entonces, tras un pequeño descanso, miraba hacia arriba, y casi siempre veía aquella casa misteriosa que sólo tenía cuatro tabiques y medio tejado, sin cristales en las ventanas. Y en ella decían que vivía un tonto o un loco o un monstruo o las tres cosas juntas.
"Muy raro no será, cuando vive en un sitio desde el que se ve todo", me decía. Y me imaginaba al que sería su morador, y me acordaba de la letra de esa canción de Radio Futura:
Ya se retira el sol
y los hombres acechan
sentados a la puerta del bar
las parejas se van por la carretera
y aquí viene Simón con su extraño andar.
Hola Simón
a donde vas tan aprisa
para un poco, ¿qué quieres tomar?
...
Y al volver me contaban historias de muertos y de la guerra civil, de represaliados, de topos y de personas ocultas y mudas. Y ese hombre, a lo lejos, que nunca decía nada a nadie, porque de nadie era amigo.
Dicen que siempre cuentas la misma historia
es lo que esperan todos, se sienten mejor
que tu padre murió por quemar la iglesia
que tu desdicha es castigo del señor.
Eres tonto Simón
y no tienes elección
de tu cráneo rapao al cero
quita esa gorra de obrero
y sortea la cuestión, Simón.
...
Un día, sentado en una piedra, lo ví cortando queso con una navaja. Me ofreció, y yo acepté comer un trozo de su almuerzo que cogí del mismo filo del hierro. Y empezamos a hablar, y desde entonces, contrariamente a lo que aconseja la mayoría de la gente, pienso que haces mal en no mirar hacia las casas misteriosas que, desde lo alto de las montañas y sin que nadie pueda impedirlo, desafían al resto de la gente que, ahí abajo en el corral, se considera sabia, cuerda y normal.
Hay gente que antes de comprar cartuchos de recambio para la impresora, casi por el mismo precio se compra una nueva. Así son los misterios del hardware de usar y tirar, las cosas cuanto menos duren, mejor. Las empresas que parten la pana, HP, Canon, Epson, etc. decidieron hace tiempo tirar los precios de las máquinas para enganchar a los clientes con los consumibles, ahora que estamos en la democracia fotográfica: una persona, una cámara, para que quede constancia de que estamos donde no estamos nosotros, sino la Nikon. Es el timo de la estampita del siglo XXI.
Pues con los coches va a terminar pasando lo mismo. Antes una familia tenía que hipotecarse para pagar diez años un carro utilitario. Ahora, con las facilidades de nuestros amigos los banqueros y a los precios que están los coches (comparad cuántos meses de sueldo medio hacían falta antes para comprar un comprar uno de gama baja antes, y cuántos ahora: la mitad), el resultado es la democracia del automovilista: una persona, un coche o más. ¡Y echando mierda a la atmósfera, coño, que pa eso hemos pagao!
En esta democracia de las cuatro ruedas en la que todos vamos a paso de tortuga al mismo sitio, al mismo tiempo y cada uno en su cápsula motorizada y personal, con nuestros bafles y nuestros tunning, como el oeste pero sin caballos, apenas queda tiempo para otra cosa que insultar al del coche que nos quita el aparcamiento, y para pagar el impuesto revolucionario de la gasolina. Y encima el ídolo de los chiquillos es un tipo que se sacó el carnet hace un año y que corre a trescientos por hora y se da de hostias por dar vueltas en un tontódromo delante de gente que paga seiscientos ebros por verlo quemar ruedas.
Es normal que haya atascos, todos vamos juntitos al matadero a 150 km. por hora en carretera (o a 20 si es en ciudad). Una vez hice la prueba y tardé diez minutos menos en llegar andando al mismo sitio que otra persona en coche, que entre que paraba en semáforos, insultaba al prójimo, pagaba multas y encontraba aparcamiento, perdía la mitad de la mañana.
Soluciones para lo del caos del aparcamiento en la era de los párkings privados y la zona azul: Yo propongo que cuando llegues a una ciudad, dejes el coche en mitad de la calle, lo cierres y te vayas andando. Al cabo del rato se lo lleva la grúa y te ponen la multa correspondiente de cien ebros. A los siete días pagas, lo recoges y así te ahorras los trescientos que te costaría una semana el párking, sin tener que gastar gasolina, sin perder tiempo dando vueltas buscando aparcamiento inexistente, ¡y encima vigilao!
Los canadienses tienen un nivel de vida envidiable, son ricos, altos, guapos, estudiaos, gente civilizada, pero eso no influye, por lo que parece, en que de vez en cuando permiten cosas como las matanzas de las crías de las focas, no se pa qué. Lo mismo les pasa a los noruegos y japoneses que permiten la caza de las últimas ballenas.
Pero que sean la mayoría civilizados, educados, listos y desarrollados no quiere decir que no sean, a la vez, un poco hijos de puta. Desarrollo es una cosa y progreso otra, y esto no es progreso.
Claro, ahora vendrán los que dicen que si comes cerdo o ternera, a santo de qué protestas por este acto. Pues por la barbaridad, hombre, por la crueldad, por lo gratuito de matarlas con esos bates de beisbol con pico, o simplemente porque no hace falta ser vegetariano para darse cuenta de que a la especie humana le queda mucho que aprender en cuestión de sentimientos. Y porque yo no me considero estrictamente ecologista, o por lo menos no de manera exclusiva, habiendo tanta guerra y tanta hambre en tantos sitios. Intento ser una persona que no disfruta entre los charcos de sangre.