Uno de los bichos más sorprendentes de la naturaleza es el escarabajo de la subfamilia que se dedica a los excrementos, y más concretamente el que se llama pelotero. Ahora que vienen las putas olimpiadas patriótico-guerreras, habría que ver quien tiene más espíritu de sacrificio, si los encorbatados de las zapatillas fosforito o los coleópteros, tanto Nike, tanto himno, tantos tarzanes nadando como si se hubieran metido coca y tanto pijo paseando barquitos.
Dentro de la entomología, que es la ciencia etológica que se dedica particularmente a estudiar el comportamiento de los insectos, los amantes de los coleópteros son las personas más obsesionadas por la perfección de la maquinaria y engranaje de estos animalitos, su resistencia, capacidad de adaptación, y especialmente en los peloteros, su contribución a que la vida siga su curso, puesto que se dedican a limpiar la tierra de mierdas de vaca y hacer pelotas gigantescas que luego guardan en el subsuelo para que les sirva de papeo.
Fascinante dedicación y destino, hacer bolas de mierda en verano para alimentarse en invierno. Y sin embargo, si estas bostas vacunas y de otros animales grandes se quedaran en la superficie, la flora no podría desarrollarse convenientemente, buena parte de las plantas desaparecería, no habría polinización, el mundo se convertiría en pocos años en duro desierto. Más o menos como en The day after tomorrow, la catástrofe. El acabose.
Moraleja 1: No desperdicies la oportunidad de admirar el trabajo de nuestros amigos los coleópteros, igual que hicieron los antiguos egipcios, tus hijos te lo agradecerán el día de mañana (si lo hubiera).
Moraleja 2: La profesión de reciclador y de basurero no se corresponde con la importancia que tiene para el equilibrio natural, exactamente igual que pasa con los abogados y los banqueros, pero al revés.
La palabra que más amo es amateur.
No se bien qué significa, pero cuando era pequeño quería decir más o menos lo contrario de profesional.
Yo soy un profesional del amateurismo, soy amateur del amor, amateur de los bichos, de las plantas, de la lectura, de la escritura, del trabajo, de la gastronomía y, en general, como decían de mi admirado Rafael Sánchez Ferlosio, de cualquier cosa que no sirva para nada.
Por eso soy feliz, porque mi profesión es ser profesor de amateurismo.
Las papas fritas, por definición, son anárquicas en su corte, unas son más pequeñas, otras más grandes, aquellas alargadas, éstas gruesas, con rugosidades variadas, y así las variaciones tuberculeras llegan hasta el infinito. La teoría del caos aplicada a la nutrición, lo que hace funcionar el mundo, vamos.
Pero de pronto aparece un subproducto bajo la denominación papafritil que supone la mayor revolución en la humanidad desde Galileo: unas papas fritas que van metidas en un bote y son todas perfectamente iguales. Se llaman Pringles, un juego de palabras entre pringao y pringue, todo muy apetecible. Si viera esto Aldous Huxley iría corriendo a comprobar que sus teorías del brave new world son tan ciertas como que dos + dos son cuatro, si el tiempo no lo impide, que dirían Einstein y El Niño de la Capea, famosos artistas y genios del relativismo, cada uno en lo suyo.
Y lo más sorprendente de que las papas Pringles hayan descubierto América con este subproducto carente de patatas reales entre sus ingredientes es que la humanidad entera vive al son de su musiquilla publicitaria, que te deja completamente fuera de juego, y si encima la acompañan de su logo, una cabeza humana bigotuda y decimonónica, anunciando un producto industrial tipo matrix, las papas fritas de los nuevos mundos virtuales, y si eso le añades el simpar soniquete de sus anuncios en televisión...
"Cuando haces pop ya no hay stop"
...entonces ya te das cuenta de que la humanidad se salvará del infierno por la vía de urgencia, ya no hace falta la religión ni las sectas ni el espiritualismo, lo que hace falta es entender el sentido pythoniano de la vida, y que cuando hagas pop ya no haya stop. Yo lo llevo intentando tres semanas y es verdad, he cogido seis kilos (y no hay stop), mámaaaaa, no quepo en el bañador por culpa del puto pop que no me deja hacer autoestop o lo que sea este bote de mierda misteriosa.
La primera vez que supe de la existencia de la palabra migraña fui corriendo a una enciclopedia de animales a comprobar qué aspecto tenía, creía que era un bicho.
Luego comprobé que el animalillo se llamaba musaraña, una especie de topillo o ratón de campo pequeñito y más ciego que el presidente de la ONCE. Sin embargo, antes de mirarlo en el diccionario yo creía que musaraña era lo que los niños mirábamos en el colegio cuando la clase era un rollo. La migraña es un dolor de cabeza, según parece.
¿A qué viene todo esto? A que el calor aprieta y nos confunde, sin embargo, las palabras son siempre las mismas. "Para la migraña, aspirina efervescente". Que palabrejas, e-fer-ves-cen-te, como incandescente, pero sin quemar. "Aspirina", ácido acetilsalicílico (tiene tarea, a ver un premio Nobel para este hombre, sólo por el nombre) de la casa Bayer, la misma que inventó la heroína. No, casi mejor me quedo con mi migraña mirando las musarañas.
En esta segunda entrega de las selecciones de escritores, los farragosos y potentes jugadores de Estados Unidos, siempre dispuestos a partirse la cara frente a sus rivales literarios del resto del mundo, especialmente con sus primos los imperiales británicos.
EEUU:
La defensa decimonónica, compuesta por los siempre leñeros Twain, Poe, Melville y de líbero Thoreau, por supuesto, es de las que no deja pasar ni una. Se rumoreaba que el jugador Melville se intercambiaba en los descansos por su gemelo Bartleby, que entraba fresco, pero son infundios. Creando juego (y bebiendo complejos vitamínicos por garrafas) , Jack London y Francis Scott Fitzgerald. Ezra Pound y Henry James van de carrileros. En la punta del ataque los correosos Faulkner y Tennessee Williams, dotados para el juego a ras de hierba. El portero, Walt Whitman, que desde que escribió el canto a sí mismo no se quita los guantes individuales ni en su casa.
El banquillo, espléndido: Salinger, Emily Dickinson, Lovecraft, Hammett, Bradbury, Capote, Hemingway es el que acarrea los botellines, y los siempre terribles beats Kerouac, Burroughs y Ginsberg, a los que el seleccionador encontró sustancias dopantes en sus macutos y han quedado relegados al papel de masajistas.
La polémica sobre si esta selección sería capaz de ganar a la potente escuadra inglesa queda pospuesta hasta que averigüemos si es legal jugar con más de un par de litros de vino en las barrigas de los jugadores norteamericanos, verdaderos maestros en el arte de los estímulos de todo tipo.
La próximas selecciones a reseñar, la francesa y la británica. Los franceses han pedido por favor que no se permita alinearse a los oriundos y nacionalizados, caso de irlandeses, indios, etc.
El comité de la LIFA está analizando el asunto.
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[ Notas relacionadas: Selecciones literarias: Rusia ]
En Europa cuando se quiere asustar a un niño se le suele decir: "¡Que viene el coco!", frase que tiene sus variantes regionales en el hombre del saco, el ogro, el sacamantecas, o incluso el Duque de Alba (en Flandes).
Pues bien, en África Central el susto de los niños se acrecienta cuando los amenazan con que vienen Idi Amin (al que llamaban cariñosamente el caníbal) o Bokassa, puesto que según parece ambos gustaban de hincarles el diente a los infantes calentitos, en sus salsa o entre pan y pan.
Poca gente sabe la historia de Jean-Bedel Bokassa, un sargentillo del ejército colonial francés que se autoproclamó presidente de la naciente República Centroafricana hasta que decidió que ya estaba bien de pamplinas y se coronó él mismo emperador en una ceremonia calcada de la de Napoleón Bonaparte. En ese espléndido acto se gastó la tercera parte de las divisas del país, donde sus vasallos las pasaban putas para comer y él gobernaba con mano de hierro sentado en un trono imperial de oro macizo, entre otras minucias y detallitos propios de la gente con clase.
Y hablando de gastronomía... ¿a qué no sabeis lo que puso de papear el emperador Bokassa en su banquete de coronación? Pues sí, comimos trozos de personas humanas ... mmmmm... había veces que todo estaba tan rico que no sabía si me estaba chupando los dedos míos o eran del fiambre que estaba rehogadito en el plato, ya os lo contaré un día de estos porque, por circunstancias de la perra vida, ese día de diciembre de 1977 un servidor estaba allí, invitado a los fastos imperiales.
Los que criticáis el canibalismo lo hacéis por prejuicios, la carne humana es una delicatessen digna de reyes, no se hizo la miel para la boca del asno, y ya puestos, como dice mi madre: "¿Cómo sabes que no te gusta si no lo has probado?".
El verano es la época del año quizá más propicia para la lectura. Como me gusta leer y, además, me divierto clasificando aristotélicamente a la gente en categorías, me propongo hacer una especie de canon literario de los escritores clásicos que más influencia han ejercido en la historia. O sea, lo mismo que Harold Bloom o Reich-Ranicki, pero en patatera y modesta sencillez.
Todo puede clasificarse, y el mundo cultural es buena prueba de ello. Si no que se lo pregunten a Maimónides, que era cirujano ocular, o al filósofo Spinoza, que era pulidor de lentes, o a Nabokov, que disfrutaba más cazando mariposas que escribiendo, o a Malcom Lowry, que acumulaba borracheras, o a Silvina y Victoria Ocampo, que clasificaban hombres, o a Jünger, que se dedicaba a la entomología (coleccionaba escarabajos), y así sucesivamente. La literatura es cosa de listas, como siempre.
Voy a clasificarlos en selecciones, aprovechando que este año hay Olimpiadas deportivo-religioso-patrióticas en Grecia, que aparte de ser la cuna de la cultura clásica occidental es el sitio donde hacen el mejor yogur del mundo jraña-no-se-qué. No estarán todos los que son, pero sí que están todos los que son... ¿o era que son todos los que están? Bueno, cada uno tiene su propia selección, habrá titulares que jueguen bien medio tiempo, y reservas que aunque lleven toda la vida en el banquillo se merecen salir a tirar los penaltis.
Rusia:
Vale, vale, ya sé que Nabokov escribió en inglés y que se podría considerar un escritor estadounidense... pero ¿es ruso o no?. O por lo menos de origen, como Diarte, ese paraguayo que jugaba como oriundo y al que le preguntaron de qué ciudad española eran sus antepasados. "Mi familia es de Celta", contestó.
Me gustaría leer aportaciones de aquellas personas a las que le guste esta pamplina de juego. Ya tengo hecha la selección de EEUU, con muchas dificultades porque a veces pienso que el equipo reserva escribe mejor que el titular, aunque no gane tantos millones. Iba a meter a la quinta Beat, Kerouac, Burroughs, Ginsberg, etc., pero el día de la convocatoria estaban todos borrachos y drogados. Hay que hacer el resto de selecciones, que cada cual proponga lo que quiera. Única norma: que sean considerados de manera más o menos unánime 'clásicos'.
[ Nota: La documentación gráfica y algunos datos variados los he robado de El Poder de la Palabra, magnífica enciclopedia de la cultura ]
Hice muchas tonterías, robé, asesiné a inocentes, dije infinidad de mentiras, cambié de gustos, de ropa, de ciudad, de trabajo, de pareja, de sexo y de riñón, luego me quedé dormido.
Cuando me desperté tenía treinta y cinco años.
Cuando aquel hombre taló el nogal que me había acompañado toda mi vida me dieron ganas de cortarle la garganta con el hacha, pero sin que se desprendiera la cabeza, dejando sólo un hilillo de carne para que pudiera comprobar durante un rato el dolor y el daño del que era causante...
... pero lo que hice fue darle a probar un trozo de pastel de nueces, las últimas que ese árbol nos regaló. Qué malos somos los seres humanos.
De nada sirve el odio, sólo vale la venganza, cosa fría y lenta, y en este asunto los que nos gustan las plantas, los mejores.
(...)
En la costa lo enterraron,
en la arena, junto al mar.
Una oración murmuraron
y se fueron a cenar.
Una cruz que daba pena
marcaba su sepultura
y unas letras en la arena
prometían vida futura.
Pero al subir la marea
una ola grande y fea
borró sin pena ni gloria
para siempre su memoria.
(...)
Tim Burton: La melancólica muerte de Chico Ostra. Anagrama, 1999
Es bueno dormir la siesta, sobre todo en estados carenciales. Esto lo dicen todos los médicos, la siesta es necesaria para el buen funcionamiento del corazón, del cerebro, los ojos y resto de casquería del cuerpo humano o animal en general, sobre todo si se acompaña de ejercicios gimnástico-sexuales.
Lo que ocurre es que estos profesionales de la medicina recomiendan no dormir más de media hora por la tarde, y la mayor parte de la población casi se levanta del siestorro a las nueve de la noche.
Además la siesta me parece muy rara, cuando era pequeño la odiaba, me parecía que la gente que dormía la siesta eran los que estaban entrenando para morirse. Luego me enteré de que la palabra 'cementerio' proviene del término griego koimetirion que significa dormitorio.
Los principales diarios del mundo venden muchos más ejemplares los domingos, supongo que debido a que los compradores no habituales disponen de tiempo para leerlos con tranquilidad y sosiego. Es por ello por lo que su contenido es más liviano, menos intelectual, tienen un punto de cotilleo y, por eso mismo, más real.
Cuando llega a casa de mi familia el periódico de los domingos hay una lucha encarnizada por pillarlos, y eso que mi padre no compra uno, sino dos o tres (con sus suplementos de colorines, donde te dicen dónde comer huevos fritos a 100 euros, qué falda te combina con la quemadura de la playa y cómo hacer una mesa camilla con una lata de boquerones). Si no estás un poco atento y mi abuela los liga... entonces puede que leas las noticias pasado mañana por la noche (con suerte) o te tengas que conformar con las páginas color salmón de la economía, que le sirven a mi madre para poner encima de la mesa la paella o a mi hermano para limpiar las gafas o se guardan religiosamente para cuando hay que pintar el techo, unos artículos muy socorridos y útiles, teniendo en cuenta la relación calidad-precio. Siempre recuerdo con gracia las papeletas electorales que el abuelo de mi amigo Juanma ponía en el retrete para pasar el rato o divertirse o lo que sea.
Antes me cabreaba mucho cuando llegaba mi turno y comprobaba que las cien páginas domingueras, tras pasar por sus manos, se habían convertido en un amasijo de papeles arrugados sin orden ni dios, la portada en medio y el final al principio, las declaraciones de Ronaldo el futbolista en la sección de cultura, y la rueda de prensa de Bush en la sección del horóscopo. Al cabo del tiempo me dí cuenta de que el periódico es precisamente eso, páginas de noticias impresas listas para ser arrugadas y despedazadas, no para pasar intactas al museo de la belleza. Y ahora incluso me da un poco de grima encontrarme con un periódico perfecto, ordenado y sin arrugar. De hecho, cuando veo un diario así lo primero que hago es arrugarlo, me resulta más familiar y leo las funestas noticias mucho más calmado. Más de una vez me han echado de un kiosco por poner bien la prensa antes de comprarla.
Mi abuela se lo lee todo, la política, las críticas de cine, el fútbol, los muertos, los vivos, los comatosos, desde las esquelas hasta los anuncios de contactos, pasando por la programación de madrugada de las televisiones locales. Este afán lector es lo que, en mi opinión (lo digo absolutamente en serio), la mantiene libre del Alzheimer y resto de enfermedades de la memoria. Eso y que cuando ve a Aznar en una foto se le pone el vello de punta y le cambia el carácter, más parecido a lo que pone en el diccionario bajo la definición de 'cólera'. Por eso sé que entiende perfectamente lo que está leyendo, y me retiro a mis aposentos tranquilo.
En la anterior nota sobre esto de los blogs decía que eran (básicamente) diarios de personas solitarias que deciden que the world won't listen y que eso sacabao... ¡que me oigan de una vez, que tengo cosas importantes que decir!
Bueno, eso es relativamente cierto. Desde hace unos meses el auge de esta forma de expresión de ideas está haciendo pensar a las empresas y listillos del mundo de las máquinas de ceros y unos que las bitácoras son el medio de comunicación que tiene más posibilidades de expansión, por su facilidad de uso, su accesibilidad universal, su capacidad para generar debate y el aprovechamiento máximo que hace de los recursos neotecnológicos para la distribución de ideas, imágenes y pensamientos.
Siempre he pensado, o por lo menos desde hace un año, que sería interesante poder contar con una publicación impresa, de periodicidad mensual, que tratara exclusivamente del mundo blogosferil o como se le queira llamar. Y lo sostengo porque creo que esta herramienta, en sus distintas variedades temáticas, es altamente adictiva, al permitir al individuo pensante ser el centro de un medio de comunicación vivo, y por esa misma razón, la comunidad sería un mercado estupendo para una revista rentable, informativa o de creación de ese estilo. Es que si existiera, ya la estaría comprando... ¡eso sin dudar! (Luego está la evaluación de su relación calidad-precio, etc). En cualquier caso interesante.
Por cierto, por primera vez veo un libro sobre los blogs en castellano en formato impreso (en PDF hay ya varios). Se trata del nº 19 de PC-Cuadernos, que aunque parezca una revista en realidad tiene tanta información como un libro básico, son cien páginas profusamente ilustradas en color y dedicadas a analizar la blogocosa, con sus aciertos y errores, escritas por dos daneses pero centradas en el caso español. Y sale el imprescindible Papel Continuo de Karramarro, entre otros ejemplos de temas bitacoriles... Ya estás tardando en pillártelo, sólo son 5 , y aunque yo no me llevo nada, lo recomiendo.
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Notas relacionadas:
[ Qué coño es un blog, weblog, bitácora o como se llame (I) ]
Tú dirás lo que quieras pero mi gato por antonomasia, MI GATO, ha sido siempre Judas. Fue el primero que me adoptó en propiedad (teniendo en cuenta la relativa propiedad que puede tener un humano sobre un felino) y me sirvió para darme cuenta de la diferencia entre los perros y los gatos, entre la extraña fidelidad-lealtad perruna, propia del animal que acepta que es un ser inferior y le tiras un palo y te lo trae, y le dices 'levanta la patita' y la levanta, ejercicio que no discuto como positivo en estados carenciales, y la orgullosa independencia del bicho con bigotes que hace lo que le sale de los cojones u ovarios.
Independientemente de su carácter, a mi personalmente también me gustan los perros, casi todos, excepto esos perros grandes y drogados que tiene la poli para husmear en los aeropuertos y a los que les dan de comer chocolate con pastillas, que pena. Los perros son amables, eso es cierto, sobre todo si los comparamos con los ariscos felinos (menos mi Fellini).
(Nota: la discusión entre los términos fiel y leal aplicados a los animales de compañía nos llevarían varios meses o años, así que paso por encima)
Un gato nunca es leal ni fiel a nada ni a nadie, eso es cosa de vasallos, es siempre lo que a él le de la gana, lo que cambia es la actitud de quien se cree poseedor de su identidad: "mi gato", no, hombre no, te estás equivocando de pe a pa. Tu no eres su propietario, eres simplemente el bicho que él ha elegido para que le traiga la comida, que es distinto.
Un amigo me regaló a Judas y yo le puse de nombre (sin saberlo) Judas, porque era negro como el carbón y el pecado, y tenía el pelo brillante y hermoso, como la traición y la vergüenza, cosas todas de agradecer. Se crió desde pequeño con nosotros, y una vez se fue de picos pardos y volvió punki, supongo que atravesando una valla de esas de pinchos, se dejó media cabeza en los alambres y vino a los tres días igual que el cantante de DefConDos, con una cresta que daba miedo pero que le confería personalidad y elegancia, como a un rico o a un especulador con pretensiones. Se paseaba con su cresta exigiendo raspas de sardina o cáscaras de mejillones, qué bueno era.
Los últimos meses se los pasaba en la barriga de mi padre, durmiendo la siesta tranquilamente, por encima de guerras, carreras de motos o inflación, y vivía tan tranquilo sin leer los periódicos. Era un estupendo cazador, sobre todo teniendo en cuenta su enseñanza infantil dentro de un piso, y una vez se tiró diez horas acechando a un topo (¿habéis visto alguna vez un topo?: son enanos), hasta que lo pilló. Ese día no le tuvimos que dar de comer y mi abuela, muy ahorrativa ella, se lo agradeció rascándole la panza tres veces, parriba-pabajo, así tres veces, contadas.
Nunca lo oí maullar sino de alegría, y pa mi queda ese sentimiento.
Cuando me mudé de ciudad y dejé de verlo con asiduidad se me murió, así de pronto. Nunca más volví a saber de él, supongo que estará disfrutando de su merecido descanso gatuno en el cielo de las raspas y las cáscaras de gambas. Yo qué sé.
La explicación que los científicos más cualificados encuentran al auge de las alergias y la mala salud general de la población, en comparación con la situación de hace 50 o 100 años, es que al avanzar las medidas higiénicas y el acceso al agua corriente, y por tanto lavarnos todos con frecuencia, también estamos eliminando la capa protectora de mugre que impedía el acceso a innumerables bichitos, bacterias, hongos y virus.
Así que cuando veis a alguien repeinado, limpio y oliendo a Eau de Billetes por la calle, pensad que es un criminal que con su actitud está condenando la salud de sus descendientes, el muy hijoputa.
Ella no lo sabe, pero yo me hago el dormido y me doy cuenta de que se escapa de noche, a mirar el mundo. Lo descubrí hace un tiempo al levantarme, igual que Peter Pan, mi sombra no duerme conmigo la mayoría de las noches.
He llegado a acostumbrarme a su ausencia, incluso me parece bien, tengo espacio suficiente en la cama y puedo estirar los brazos. Una mañana miré las fotos grabadas en la cámara, mi sombra había estado haciendo capturas del amanecer. No me importó, las fotos eran preciosas. Pero en una de las imágenes salía ella. ¿Cómo? ¿Si estaba fotografiando el amanecer... entonces, ¿quién tomó esa imagen?
Ahí fue cuando descubrí que mi sombra eran dos, la buena (que retrata paisajes) y la mala (que descubre personas y conspira), y siempre están juntas aunque no se pueden ver. Ahora vivo feliz, duermo a su lado, sabiendo que a media noche cada una sale en busca de lo que le interesa, y así puedo dormir en paz.
No entiendo cómo se puede uno contener cuando a una persona que está tranquilamente en su casa se le mete por la ventana del patio un cronista deportivo a través de la radio, con sus gritos y sus pitidos y su musiquita infecta y sus anuncios patéticos de puritos y coñacs, pero lo que me parece inmensamente misterioso es que la ciudadanía oyente no salga en grupo a linchar a los que, tras ganar la selección de Grecia la final de la Eurocopa a Portugal, dicen que "los dioses del Olimpo les han sido favorables a la salida de un córner".
Menos mal que este infierno se ha acabado, aunque luego vienen las Olimpiadas, precisamente en Atenas... y volverá a colarse en mi casa el soniquete de la neurona misteriosa: "No hay enemigo pequeño", "Los partidos duran noventa minutos", "Se han dejado la piel en el campo"... arrrrrgggh, no puedo con tanta originalidad, me muerooooo!!
Claro, a todo el mundo le gusta celebrar el no-cumpleaños, como el conejo de Alicia. Pero la mayoría de mortales celebramos cumpleaños, cada año uno, si todo marcha correctamente.
Mi abuela celebró ayer uno, justamente, con su tarta, sus cosas, sus alegrías y sus penas... 92 lleva ya. Hablo con ella, un poco sorda que está, y me cuenta sus batallitas. Luego pienso qué mundos tan distintos éste y en el que nació hace noventa años. Según parece nació en 1912, es decir, Lenin aún no había llegado al poder en Rusia, donde gobernaban los zares (y Rasputín). La Primera Guerra Mundial todavía no había estallado, y faltaban 20 años para que Hitler alcanzara el poder en Alemania, y todo eso nos parece muy lejano, como de película. Pero no, ella sabe que pasó porque estaba viva entonces, no porque se lo haya dicho ningún listo.
Cuantas cosas, cuanta historia. Su abuela (la abuela de mi abuela), probablemente nació casi en la época napoleónica, cuando no existían ni las fotos. No es tan lejano, es la abuela de esta mujer que me habla y me cuenta cosas de su juventud...
Que raros son estos días de calor, nos da por plantearnos preguntas importantes, rimbombantes y de mucha enjundia. Pero no creo que saquemos nada en claro, ponme otro helado, abuela, como antes.
El 29 de mayo de 1953, hace 51 años, el neozelandés Edmund Hillary y el nepalí Tenzing Norgay lograron subir a la cumbre de la montaña más alta del mundo, el Everest, abriendo el camino a las conquistas de los techos terrestres hasta hoy, cuando ya no es considerada la ascensión más difícil y la subida se ha convertido casi en un destino turístico más, al que puede acceder cualquier millonario caprichoso. La montaña es otra cosa.
Probablemente el 8 de junio de 1924, 30 años antes, George Mallory y Sandy Irvine lograron ser los primeros seres humanos en pisar esa cumbre, pero su muerte en el descenso nos impide saberlo con certeza.
Hace poco se descubrieron sus cuerpos y los restos de esa expedición, la primera de la era moderna o la última romántica, de cuando el mundo era todavía un sitio grande y extraño. Aún hoy la discusión se centra en si Tenzing, un sherpa, llegó a la cima del Everest antes de Hillary, nuestro blanco, lo que supondría una vergüenza para la superioridad de la civilización occidental en la época del fin de los imperios. Ellos llegaron a un acuerdo: nunca se lo dirían a nadie, da lo mismo quien llegara tres pasos antes que después.
Pero los que lo hicieron antes están congelados en sus laderas, son parte del mito, como la propia montaña y su misterio, que es justamente lo que busca la gente que sube a 8000 metros, a ver qué se siente.