Como mi amigo Jose el italiano dice que le mola este blog, y teniendo en cuenta que me regaló unas zapatillas de deporte, pues en agradecimiento voy a actualizarlo de vez en cuando. Hoy, para solaz y disfrute de grandes y mayores, voy a detallar (con espléndidas ilustraciones) el viaje de ayer, una ruta de aproximadamente 35 km. desde Córdoba hasta la casa de los grandes Francis y Mª José, en Villafranca. Los puntos por los que se pasa serían los siguientes: mi casa, Paseo del Plan Renfe, Fátima, Campiñuela Baja, Universidad-Rabanales, Montón de Tierra, Los Amigos-Alcolea, Pantano-Puente Mocho y Villafranca.
Transcurre en sus primeros diez o quince kilómetros por el camino de servicio del canal del Guadalmellato, un corredor verde que tiene más piedras que el barco de Ceuta a Algeciras, pero que está llanito y puede utilizarlo todo el mundo. Dicho camino está más o menos a 1 km. de las cocheras de autobuses de Aucorsa. Se pasa por detrás de la Universidad de Rabanales, se llega después a un cruce en el que una señal cutre de madera indica que a la derecha se va al cortijo Montón de Tierra, pero no, hay que seguir el canal hasta que se cruza con una carretera asfaltada en la urbanización Los Amigos, cerca de Alcolea capital.
Primer follón: como es imposible seguir el canal puesto que tiene que salvar el vado de un río y va entubado, en ese mismo sitio tiro hacia la derecha por la carretera que baja hasta Alcolea capital, y en el primer cruce opto por subir otra vez a la izquierda, en busca nuevamente del bendito canal. Lo encuentro y lo sigo. Maravillosas casas con jardinitos y muchos árboles, un paisaje idílico y otoñal. Pero... aaaay colegas, que de pronto hay una supervalla cerrada a cal y canto por todos sitios con putos alambres de espino. Pues nada, como no llevo herramientas de cortar alambradas en este momento, agarro la bici, la tiro por encima de la puta valla, y luego salto yo, y sigo palante como si nadie me hubiera visto. Pienso: "Coño, qué raro, si esto es un camino público de la Confederación del Guadalquivir". En fin, que a los doscientos metros, oooootra puta valla igual, esta vez mucho más espinosa y sin posibilidad de salto. Retrocedo unos metros, me subo la bici a cuestas y aprovechando un montón de ladrillos rotos, vuelvo a tirar la bici fuera. Luego yo me tengo que arrastrar como una bicha para pasar por debajo del alambre de espinos que me cago en la puta madre que parió al inventor, que seguro que Hitler le dio el premio Nobel a este muchacho. Me engancho el jersey, claro, y bellas palabras salen de mi boca nuevamente. A todo esto ya llevo más de una hora de camino dando pedales, como para hacer saltos mortales y gimnasia artística está uno.
Segundo follón: como ya estoy hasta los huevos de hacer carrera de obstáculos, que yo ese deporte no lo entiendo, cojo un camino a la derecha que cruza por un campo y que confío que me lleve a las afueras de Alcolea, buscando la carretera del Pantano de San Rafael de Navallana. De pronto veo un cartel que dice "Ganado bravo", miro a la izquierda y veo unos bichos marrones con cuernos. Os juro que Óscar Freire hizo en ese momento peor marca que yo en el sprint, batí el récord de los cien metros fijo.
Ya con los toros a mi espalda bien lejos, encuentro la carretera dichosa, que yo creía que era la CO-263, pero que no tiene señales indicadoras por ningún sitio. Me paro, me como tres mandarinas y le pego un lingotazo al agua, le pregunto a un señor medio sordo pero muy amable y decido seguir palante, puesto que dicho paisano me dice que sí, que por ahí se va al pantano. Llego a la cabecera de ese sitio, que creo que llaman Puente Mocho, y giro a la derecha siguiendo el indicador que pone Villafranca. Lo que no pone es que está a tomar mucho por culo, y que a pesar de no ser muy difícil, sus cuestecillas sí que tiene (a la izquierda está la sierra, a la derecha el río).
A diez o doce kilómetros del cruce por fin veo el Aguapark o como se llame esa mierda donde la juventud cordobesa paga una pasta por jugar a ahogar a las personas con las que posteriormente quiere tener apareamientos sexuales. Estas actividades tan extrañas se dan preferentemente en verano, ahora está cerrado. Luego oigo ruidillo como de moscas porculeras, y observo que hay muchachos echando carreras de escúters en un circuito de competición. Lo juro, tiene su bar y sus gradas y sus aficionados comentando lo gastados que lleva los neumáticos mixtos Fulanito en la tercera vuelta o qué pena lo de Joselito, con lo bien que iba y se ha abierto la cabeza contra la valla.
Dos horas y cuarto después de salir de mi queli llego a Villafranca a casa del gran Francis, que me recibe en chándal y me invita a unas alhambras de esa verdes tan buenas. Luego nos comemos una tortilla de papas tipo familiar y unos chuletones de dos dedos de grosor que se ha traído de Pozoblanco, junto con Mª José, Ana y Jose. A esas alturas yo de toros ya no quiero ni hablar, pero bien que me los comí.
Y esta es mi vida, con lo que disfruto, bicicleta, campo, amistad, risas y sinceridad. Creo que todo es lo mismo.