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26 de Septiembre de 2006

Fragmentos (XVII)

Unos granujillas, en masa, se hacen un espectacular sinpa en un restaurante de Madrid, más o menos los mismos con los que conviví seis años en el mismo barrio de la misma ciudad. Es mi sueño, sin duda, pero con variaciones. No creo que cuente como valor irse por patas en masa, las cosas hay que hacerlas de cara e individualmente. Es fácil colarse treinta personas en una boda, lo complicado es hacerlo de uno en uno.

¿Se lo merecen los dueños? Sí, sin duda, irse sin pagar de una tasca cara con pretensiones pijorracas cuyo nombre (encima) incita a la lucha de clases siempre es un alivio. ¿Lo haría en estas condiciones? Pues no.

Porque cualquier actividad de masas, como es el caso, anula la esencia del mismo acto individual, intrínsecamente libertario. Me cuelo en el metro, pero si detrás de mí van treinta que me respaldan, pues no es lo mismo. Lo valiente es hacerlo Uno en su soledad, cosa difícil.

Siempre he soñado cumplir setenta años y atracar un banco el día de mi cumpleaños, para ser irresponsable y hacerme un regalito por los servicios prestados, sí, porque los bancos merecen que los atraquen, y porque a partir de esa edad, como máximo, te meten en una residencia de gratis. No tienen que estar de acuerdo conmigo, simplemente digan si no les parece útil para la humanidad. Por lo menos no se engaña a nadie.

...

Acabo de ver a un tío trapicheando con un ordenador portátil sentado en la puerta de un Bankinter.

Me he acercado a preguntarle si estaba robando la clave o si es que hay wi-fi por la cara en ese sitio. Me ha respondido que nada de eso, que estaba ahí porque le salía de los cojones. Y punto.

Tiene razón, tanta pregunta, tanta insistencia en la suposición. Está ahí porque le da la gana, pero al resto nos molesta no saber qué estará haciendo. Y esa es la historia de la humanidad, muchos investigando lo que hacen unos pocos que son tan libres que no preguntan a nadie cuando hacen lo que les da la gana.

...

La palabra 'verdad' debería, en la mayoría de las ocasiones, ir acompañada de carabinas como 'auténtica', 'original' o similares, porque cada cual tiene su verdad, y ni cien Machados ni doscientos Shakespeares serían capaces de distinguirla de una burda copia del egoísmo. Y eso, ojo, nos pasa a todos los borreguitos de a pie, cuando entramos en una administración pública a echar papeles o cuando nos tomamos diez copas en la administración púbica, (dicen) el templo de la Verdad.

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