Nació en 1917 en un hospital privado de un barrio burgués de la ciudad portuaria canadiense de Halifax, en Nueva Escocia, durante el transcurso de la I Guerra Mundial y la explosión de un barco lleno de municiones que destruyó la ciudad. De padre desconocido (de entre siete posibles, todos de dudosa reputación, menos un banquero, pero éste no era, eso es seguro), su madre cubana lo cuidó amorosamente hasta que, debido a reveses de la Bolsa y la vida, fue abandonado a los ocho años en un orfanato municipal.
Mientras consigue sus primeros trabajos como monaguillo de la liturgia católica en una parroquia de su barrio de la que huye en cuanto consigue hacer copia de las llaves de la sacristía y robar las remesas de hostias y vino de consagrar para revender la mercancía a unos tristes traficantes de estupefacientes turcos que como tapadera tenían una tienda de telas para trajes de disfraces, se echa varias novias de distintas nacionalidades y razas, en la biblioteca del estado comienza a interesarse por Mallarmé y los simbolistas franceses, pero al poco tiempo descubre que eran todos unos impostores que fingían su sufrimiento, bebe como un cosaco hasta lograr que le extirpen el hígado y otros órganos menos importantes pero cercanos en un hospital de la seguridad social, todo ello antes de los veinte años. A los ventidós hace poemas surrealistas en servilletas de bares donde comienza a experimentar con las rimas de las palabras 'malestar' y 'follar', todo ello en inglés, francés y el español materno, Estudió antropología en el King's College de su ciudad natal, y a punto de doctorarse con una tesis sobre el canibalismo en las islas Marshall, huye sin dejar rastro.
Nadie sabe el paradero de Calamidad Gutiérrez hasta que varios años después se alista al ejército norteamericano para luchar en Europa contra el nazismo, pero por culpa del sarampión pasa a ejercer labores de retaguardia en una fábrica que acolcha los ataúdes para los compañeros que vuelven de la guerra con los pies por delante, tras lo cual entra en depresión y se va por libre al frente asiático donde, tras sobornar al fotógrafo, consigue pasar a la historia pinchando la bandera de las barras y estrellas en Iwo-Jima, y sin que se nadie se entere, entra en relaciones con el oficial que pasa a limpio las listas de soldados propuestos por el gobierno para recibir las condecoraciones militares, y se hace con sesenta, aunque nunca (que se sepa) las lucirá en su pechera a la vez.
De vuelta a la vida civil, y gracias a sus conocimientos etnológicos, se gana la vida como asesor técnico de la escuela de boxeadores blancos que el Ku Klux Klan mantenía en Pulaski (Tennessee) para derrocar violentamente el poderío pugilístico afroamericano, pero en la práctica era el que sostenía la cubeta con la esponja y el agua en la esquina del ring. Ganó seis combates y perdió treintaysiete, y tras reunirse sus jefes a la vista de las estadísticas, fue cesado, aunque él ya había puesto pies en polvorosa la noche de antes en un coche robado.
Lo último que se sabe de él es que había montado en los años cincuenta, tras pasar de mala manera la frontera entre Bután y la India, una tienda de muñequitos budistas, trompetillas y souvenirs en Lhasa, Tibet. Cuando entraron los ejércitos de Mao en el país, Calamidad estaba en un juicio en el palacio del Potala por no pagar los siete últimos años de alquiler, pero consiguió escaquearse tras delatar a varios monjes con los que había tenido relaciones prematrimoniales, y así se pudo embarcar en Ceilán en un barco de carga como parte de la cuadrilla (mozo de espadas) de un torero aficionado que daba corridas de exhibición por los pueblos asiáticos.
Y así hasta ahora, en que nos encontramos aquí en los Pirineos Orientales buscando su tumba con una beca de la National Geographic Society, bastante floja por cierto. La única pista que tenemos es una foto borrosa de su lápida en la que pone: "Calamidad Gutiérrez. Más triste es lo de ustedes, que están haciendo el tonto". Mi ayudante dice que estamos a un paso de conocer toda la historia.
¿Así que tú también estás de biografías estos días?
Bueno, echa un ojo a la que han escrito un grupo de mis selenitas: Vida y milagros de Paco el Negro. Un drama multiétnico en plena Primera Revolución Industrial.