"Las cosas son como son, y además hay una alta probabilidad de sean mentira", decía Einstein. No soy yo doctor para demostrar lo contrario. Hace ya bastantes meses que no doy pie con bola en esto del blog, pero hasta ahora no se me había ocurrido demostrarlo: he aquí la prueba.
¿Qué hacer?, decía Vladimir Ilich Ulianov sobre no sé qué hostias sociales del proletariado ensimismado, puteado y hastiado. Pues eso mismo digo yo respecto a la falta de motivación para que Uno pueda escribir o seguir escribiendo estas breves pamplinas para grandes y pequeños, para los altos y bajos, para gordos y flacos, rubias, morenas y pelirrojas, para humanos y presuntas personas.
La estadística, esa ciencia que nos ayuda a comprender que si a tí te han dado en tu vida cincuenta palizas y a mí ninguna, nos han dado veinticinco a cada uno, y por tanto todos somos iguales, mal de muchos consuelo de tontos, más vale pájaro en mano etcétera... qué grandes son los números. No, amigos, no todo son cifras, lo que cuenta es la calidad, y más cierto es que peor que escribir mucho menos que hace unos años es escribir malamente, como es el caso.
PD: Curiosamente, al recurrir a la ciencia se me ha abierto de nuevo la grafomanía, y héte aquí que resurgen las ganas de teclear como una mariposa sale del capullo que a su vez salió de la boca del gusano, y por ahora, como dijo sumajes Benito XVI hace poco, ya basta de sexo.
Vale, vale, tú haz lo que quieras, y míralo por el lado que te dé la gana.
Pero tío, eres grande, no dejes de escribir.
Que me lo tiene recomendado el médico.
Andamos escasos de lúcidos.