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29 de Abril de 2007

Raros (I): Alfonso Graña, rey de los jíbaros

Últimamente le pego al lado raro de la vida, a la parte increíble de esta mierda de humanidad. Me atraen los aspectos extraños de la gente que se sale de lo común. Me presta (como dicen los asturianos) leer historias de personas que un día fueron aparentemente normales y de pronto, sin razón alguna, se convirtieron en lo otro.

Una de esas novelas reales es la de Alfonso Graña, un chorbo que se convirtió en el primer rey gallego de los jíbaros del Amazonas. No es una novela de aventuras, es real. Lo leí a finales de 2006 en la revista dominical de El País, y ahora lo recuerdo, porque me gusta, porque me resulta extraña y difícil de comprender su huída hacia adelante, en fin, porque me da la gana.

Alfonso Graña, rey jíbaro (el de las gafas)

Y dirás tú: "Esto es mentira". Pues me da a mí que no, que es verdad. Porque también dudaban de la verdad los que hablaron con Marco Polo de China y el Gran Khan a su vuelta a la humana civilización de comercio y padrenuestro, o los que dicen haber visto animales extinguidos, monstruos bastante monstruosos, yetis del Himalaya, elefantes de seis patas, tigres ciegos de Malasia, cosas así, o las diez personas que conocemos y que han estado en sitios que nosotros los normales ni imaginábamos que existían. Los jíbaros, esa tribu propietaria de la fórmula para reducir cabezas de sus enemigos, e insertarlas en un palo como si fuera un chupa-chups, esos mismos. Su rey era gallego, y encima por amor, ya les vale.

Moraleja: te puede pasar a ti, te puede dar el volunto y marcharte a tomar por culo, y de ahí en adelante, lo que la suerte depare, eso es cosa tuya. Qué miedo y qué alegría, no estar predeterminado, como enseñan los curas. Ah, la duda, esa importante cosa que mantiene la esperanza en lo nuevo y desconocido. Lo contrario es la certidumbre, que es una gran farsa. Es la esperanza lo que nos mantiene vivos a los borreguitos acojonados de a pie, porque nos da miedo de lo que somos capaces.

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Comentarios

Yo me quedo con la incertidumbre porque al fin de cuentas ¿qué importa si se trata de una historia real o de una mera patraña?, ¿hay alguna historia real o son todas soplos de fantasía que sirven para soportarnos? A veces querría vivir en el siglo XIX o apenas iniciado el XX, cuando aún quedaba terreno para la rareza, la aventura y la sorpresa. Hoy, mayormente, te vas a cualquier sitio y hay unos jíbaros civilizados con televisión por cable, internet, tarjetas de crédito y una agencia de turismo.
Muy buen post y muy buen blog. Ojalá haya un Raros (II) y subsiguientes. Saludos.

Escrito por Cinzcéu a las 29 de Abril 2007 a las 12:58 PM

Todos deseamos cambiar de vida. Sobre todo cuando estamos en medio del atasco del lunes por la mañana camino al trabajo.

Mi postura radical sería hacerme misionero ateo.

Más radical todavía, director de informativos de cualquier televisión (si se trata de reducir la cabeza al público, creo que es más discreto y menos doloroso)

Escrito por Mostaza de Canela a las 29 de Abril 2007 a las 01:37 PM

le voy a enseñar yo al señor mostaza lo que es un atasco...

Escrito por El Abuelo Cascarrabias a las 30 de Abril 2007 a las 11:48 AM
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