Hace veinte años yo tenía menos de veinte años, cuando creía que el mundo era ese sitio donde te lo daban todo regalado, como la mayoría de los que tenían, prodigiosamente, menos de veinte años. Luego llegaron los palos en todos los campos: los del amor, los del trabajo, los del dinero y los del resto, que no se cuáles son, porque ya todo (al menos desde la Biblia, Cervantes, Shakespeare y Proust) está escrito.
En esa época el culmen del desarrollo personal no eran ni Jorge Bucay ni Paulo Coelho, era una boda con la persona amada celebrada por todo lo alto. Con limusina, banquete tutiplén y pitos y flautas incluidas.
Esos coches grandes, tan bonitos, ejemplo de lo que sabemos hacer los humanos con dos llaves inglesas y cuatro tuercas, la felicidad deconstruída. La prolongación del pene, ahora representada por otro tipo de coches igual de espectaculares pero tranquilizadoramente caros, porque si fueran baratos podría mucha gente aspirar a ellos, y entonces ya no serían un sueño. Y por tanto dejaríamos de soñar, que es la actividad principal del ser humano. Son así porque sólo los que pueden pagarse a base de millones su buen gusto pueden disfrutarlos y salir de la mediocridad de la masa borreguil. No me lo he inventado yo, consulten a su publicitario de guardia.
Da igual lo grandes que sean, no sé si esto se enseña en la escuela en educación sexual, lo que cuenta es el gusto.
Pero en esto no nos ponemos (ni nos pondremos, por los siglos de los siglos, amén) de acuerdo, porque cada cochino busca su porquera, y hay tantas opiniones como culos, y muchos más refranes de este tipo que ahora mismo no recuerdo, pero que vienen a decir que lo que envidiamos es lo que soñamos. Queda claro que es la libertad lo que se pone en cuestión. Un cochaco de este tipo es o no es una horterada, pero no somos capaces de decidir unánimemente qué coño es lo hortera, esa cosa tan lejana.
Y lo que soñamos, mayormente, es mentira. No mejor, ni peor: mentira.
¿Pero qué es el ser humano sin sueños? Poca cosa, pues los sueños nos hacen seguir. Y en "mis sueños" no entra tener un cochazo, paso de ellos...
Escrito por Céline... a las 1 de Diciembre 2006 a las 08:06 PM"¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son." Y conste que no lo he soñado yo...
Sobre la imposibilidad de considerar al buen gusto como valor universal, hace veinte años yo tenía más de veinte, así que ¡imagina si lo he sufrido y resuelto! Saludos.