Muchas veces, en las horas antiguamente sagradas de la siesta, cuando no se oía una mosca en vuelo rasante, mirando de reojo en la tele la simpar ceremonia diaria de entrega de premios en la carrera francesa, pienso (sin poder levantar los dos párpados a la vez) en la cantidad de material virgen y desperdiciado que tienen los guionistas, becarios y periodistas mamporreros de los programas del corazón sin enterarse.
Un par de centenares de personas en calzoncillos ridículos que marcan paquete y tienen las piernas dobladas se dejan durante veinte calurosos días los cuernos en subir montañas gigantescas en una bici, donde miles de conciudadanos medio en pelota les chillan en la oreja y les echan agua u otros líquidos amarillentos en el cogote para solaz de la parroquia patria armada de banderitas y pamplinas y, sobre todo, para disfrute del gerente de la empresa que anuncia milimétricamente en todos los recovecos de su disfraz.
Y luego, encima, al ganador le agreden manadas enteras de fotógrafos y reporteros con sus micrófonos en la boca, lo suben a una tarima, le ponen un camisón de colorines, le entregan un muñeco de peluche y una cocacola, el alcalde le abraza como si fuera de su familia, y ya para colmo, dos mujeres despampanantes (pero a las que se les nota la sonrisa forzada del que hace las cosas por dinero) le dan besitos, y venga besitos, y venga flores, y venga fiesta de la lujuria. "Trescientos kilómetros de cuestas, como pa echar un polvo estoy yo ahora", dirá el cadavérico muchacho de la talla 34.
Una vez ví como a uno de ellos le subía el volumen paquetero del maillot a la altura de la entrepierna al ser besado por tan gráciles doncellas, y dicha situación me llenó la tarde de una congoja extraña. Inmediatamente después fui raudo a la tienda a comprarme una bici, evidentemente.
Trapo... pilla "La bici de Ghislain Lambert"
Yo era megafan de Gorospe...
Escrito por alfred a las 26 de Julio 2006 a las 05:39 PM