Todavía estoy esperando, con las manos en alto, clamando al cielo y en posición orante, que alguien que se dedique al deporte profesional diga en público y en voz bien alta: "Sí, me drogo. Soy bueno y tal y cual, y llego lejos lanzando piedras o subiendo montañas o metiendo codazos y partiendo nueces, pero además me dopo como un descosido". Un poco de honradez en este mar de hipócritas y cantamañanas mentirosos.
Porque ahora que se acerca la época del ciclismo, cuando los profesionales de la patria y la bandera jalean y chillan y gritan como bichos a la oreja de los profesionales de la bici mientras suben tourmalets y angrilus, ahora habrá que escuchar eso de "Coño, ya basta de estigmatizar el ciclismo y el deporte. La mayoría no se drogan. El que se droga roba, y éstos no roban, ni van a la cárcel ni viven en pisos chungos", y cosas así de ese estilo. Y yo le digo a Prudencio:
-Mira Pruden. Tú estás sentado tomándote en verano, a la hora de la siesta un cubatica de ron con cocacola, corto de cocacola, y viendo por la tele ese espectáculo de gente acarreando agua parriba y pabajo en una bici, y sudando pa otro, y piensas: ¿Por qué lo hacen? ¿Qué les mueve? Es una duda que tengo.
Y va y me dice:
-La droga -. Yo tengo un vecino que sin meterse diez o doce rayas no baja a comprar el pan. Imagínate pa hacer trescientos kilómetros lo que hay que meterse. El acabose.
Y es esta última palabra lo que hace que, desde entonces, Juanito Muehlegg, o como se llame el esquiador pastillero murcianoalemán, se haya convertido en mi ídolo de la infancia, y eso que lo conocí ya maduro.
No puedo estar más de acuerdo.
Yo tb soy fan de las minorías (y de las cosas claras y el Paladín espeso).
Acabo de descubrir tu blog y creo que ya soy fan.
Sin embargo,no te tengo por minoría.O sí?
Un saludo :-).
Ains.
La dronga es güena.
Dicen que lo del oráculo de Delfos eran unos hongos que salían en el trigo alrededor del templo. Luego llegaba alguien a pedir consejo, le invitaban a una tostada y flipaba en colores.
Cosas veredes.