Un señor bajito, con bigote hitleriano y panza botijera, voz más bien de acusica y aspecto menos marcial que ridículo, guerrero por profesión y político salvapatrias por vocación, estaba un día de maniobras en las tierras de Marruecos y entonces le pegaron desde lejos un tiro que no le alcanzó por poco, y fue en ese preciso momento cuando vio la luz. Este hombre se convertiría años después en uno de los jefes de un golpe militar contra la democracia y, tras deshacerse por accidente de sus colegas Sanjurjo y Mola en plena guerra, pasó a convertirse en jefe de estado durante los siguientes cuarenta años, hasta su fallecimiento por enfermedad en noviembre de 1975, cuando entregó su alma a Dios.
Amén.
Recuerdo cuando era niño el nerviosismo en mi familia ante un televisor en blanco y negro donde un hombre con bigotillo y aspecto de vendedor de seguros funerarios decía llorando: Españoles: Franco... ha muerto; recuerdo largas colas de súbditos desolados desfilando delante de su cadáver momificado; recuerdo portadas de periódicos con su rostro y su nombre en letras hasta entonces nunca vistas de tan grandes; recuerdo más miedo que silencio en la calle; recuerdo minutos de rezos por su alma en el patio del colegio con cientos de niños formados en escuadra ante una bandera con un pollo negro en medio; recuerdo chistes contados por lo bajini; recuerdo a una viuda enlutada llena de collares; recuerdo personas que se preguntaban qué iba a ser de nosotros, ahora, sin nuestro guía.
Recuerdo discusiones en casas donde alguien defendía su obra pantanosa e inmobiliaria frente a otro que le llamaba criminal; recuerdo viejos echando pestes de las elecciones y jóvenes melenudos preguntándose cómo era posible que Ese Hombre hubiera muerto en la cama, y recuerdo también que no entendía dichas cuestiones porque yo no sabía que hubiera otra forma de morir más que por enfermedad; recuerdo curas que salían en procesión debajo de una manta atada a seis palos; recuerdo que creía que ponerle sellos a las cartas con su careto era el siginificado de franquear; recuerdo que me hice un chichón enorme al tropezar subiendo las escaleras y que mi madre me puso una moneda grande (y libre, supongo) con su perfil.
Recuerdo que los españoles se enorgullecían ante los telediarios al escuchar que los franceses cobraban en francos; recuerdo a Franco Baresi jugando en la defensa del Milán; recuerdo gente que se gastaba el dinero que no tenían en máquinas tragaperras de Recreativos Franco; recuerdo una tienda de electricidad que tenía un cartel que rezaba: 'Iluminaciones Franco'; recuerdo a un hombre que se llamaba Blas y que decía: ¡Ya basta de Europa! ¡Ya basta de rock! en los mítines; recuerdo un guardia civil con una pistola gritando ¡Todo el mundo al suelo! delante de unos diputados agachados; recuerdo coches que pitaban por la calle con banderas rojas; recuerdo a un señor, también bajito y con bigote, fumando puros y poniendo los pies en la mesa de otro señor muy importante que hablaba en inglés, menos bajo y afeitado.
Recuerdo que los niños ahora no tienen ni puñetera idea de quién fue ese personaje, y recuerdo también que no sé si eso está bien o mal; recuerdo que me estoy haciendo viejo.
Moraleja: No juegues con pistolas, pues las almas las caga el diablo.
Notas relacionadas:
[ Por qué estoy invitado a la Boda del Siglo ]
La historia hay que conocerla, para no repetirla. Pero ya se sabe, a los seres humanos nos encanta tropezar con la misma piedra.
Yo hace tiempo que olvidé que me estaba haciendo vieja.
Escrito por sirenita-2 a las 20 de Noviembre 2005 a las 01:55 PM
Si es que los bajillos tienen una mala leche..no falla.
Yo el recuerdo más cercano que tengo de su persona es oírles cantar a los niños mayores que yo lo del "Franco, Franco que tiene el culo blanco se fue a Madrid, y tiene el culo..y tal y tal. Si es lo que digo yo, que los bajitos tienen mu mala leche.
También tenía de crío un lío de tres pares de cojones con lo de la cara de Franco en las monedas. Pensaba yo cuando empecé a ver las monedas con la cara del Rey..y la papada?, dónde se la han metido?.
Cosas de chiquistaníes.
Ya más de mayor, haciendo la mili hice verdaderos esfueros por no descojonarme en la cena de nochebuena en el comedor del cuartel. Un general de no se qué, presidió el comedor, y el tío empezó a soltar el discurso que tenía preparado, todo de cabecita, con esa entonación tan cantarina de los franquistas, con esas pausas, esas subidas de tono tan enérgicas y vigorosas.. Hice verdaderos esfuerzos por no explotar de la risa cuando pasó por delante mía con esa cantinela que me llevaba.
La risión vamos. En fin, que si, que desgraciadamente tenemos memoria de pez. Y eso asusta.
Escrito por Burdon a las 22 de Noviembre 2005 a las 01:31 AMPues sí que todos nos estamos haciendo viejos y empezamos a acordarnos de un montón de gente que se murió y de cuando nadie tenía móvil y de la bola de cristal y la abeja maya.
Lo que importa es envejecer bien, como los buenos vinos.
si ya lo decía Serrat... esos locos bajitos...
Escrito por El Abuelo Cascarrabias a las 26 de Noviembre 2005 a las 10:01 PM"Esos locos bajitos
impasible el ademán..."
No se preocupe. La falta de memoria es un mal endémico por aquí. Así nos va, claro.
Escrito por Mnemosine a las 26 de Noviembre 2005 a las 10:55 PMLos niños ahora no tienen puñetera idea de nada porque los hijos y nietos de los señores bajitos repiten que es mejor mirar hacia adelante. Yo recuerdo que un tío de mi padre enviaba unas cartas llenas de sellos con la cara del señor bajito. A mí me gustaban más los de trajes regionales.
Escrito por Cinzcéu a las 2 de Diciembre 2005 a las 11:17 PMCotilleo: a Franco le pegaron un tiro en la guerra en un huevo, es decir, le faltaba uno, y su hija no es su hija, es adoptada, porque era estéril.
Escrito por Ángel a las 9 de Diciembre 2005 a las 01:37 PMFranco huele a escroto de peruano y a tuberías. Me alegré cuando murió, y eso que no habia nacido aun.
P.D. Sergio huele a panceta