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20 de Septiembre de 2005

La Boda del Siglo

Líbreme el Señor de criticar a la gente que se casa, por Dios. He visto por la tele el casorio de Farruquito y, tal y como está la cosa, me han entrado unas ganas tremendas de casarme. Esos trajes, esas chorreras, esas madrinas vestidas de Cenicienta, esos caballos y esas melenas al viento, esa prueba del pañuelo tan respetuosa con la dignidad humana, el virgo mostrado al pueblo, que castizo y que bonito todo, y qué respeto por las ancestrales costumbres de los pueblos.

El coche del amor

Y ese coche Rolls Royce en el que se han montado los novios, no sé si conducía Él, que ya tiene el carnet. Y esos jueces y abogados que dicen que no ha matado a nadie, que sólo cometió una falta de imprudencia por no ver al peatón que cruzaba el paso de cebra y que si ahora está muerto es por su puta culpa, por cruzarse en el camino victorioso del Divino.

Y esa gente que alega que no puede Uno criticarle nada de lo que haga por ser de etnia gitana, que eso es racismo. Y esos sapos que hay que tragarse, y ese silencio. Y que sean felices y que coman perdices y que sigan haciendo lo que crean conveniente, porque ya el fiambre no puede hacer otra cosa que pudrirse. Que no te pase a tí, hombre.

Me hago artista, sin dudarlo un momento, porque mi sueño es hacer lo que me de la gana y, si cometo un delito, que me absuelvan, porque soy un artista, que cojones.

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