Ya soy oficialmente imbécil (y a mucha honra)

Esto de los blogs tiene una cosa buena: que hay gente (poca, por desgracia) que hace cosas sin esperar nada a cambio, ni agradecimiento ni reconocimiento siquiera. Es el caso de Pepeltenso, informático y cocinero antes que fraile, que ya está un poco harto de que, por oponerse a muchas cosas, le llamen despectivamente imbécil.

Pues no. Me acaba de mandar a mi casa, acompañada de una carta explicativa, una chapita de imitación del logo de Intel en la que se lee 'Imbécil Inside'. Y yo que me la pongo bien orgulloso, Pepe, porque Uno todavía mantiene algunas ilusiones de cuando era niño, de esa etapa en la que, entre las crueles actitudes egoístas de muchos niños, salta el relámpago del dar a cambio de nada, de lo bueno que es regalar porque sí, sin explicación ni razón, que es una cosa que estos hijoputas del G8 no saben qué es, porque todo lo miden en sacas de billetes.

¿Razones por las que me considero imbécil? Muchas, entre las cuales la no menos importante es que aún creo en la necesidad de ser un cascarrabias y un aguafiestas, y practicarlo. No por decir que el mundo está hecho una mierda, sino per se, por el gusto de molestar a tanto listo y tanto triunfador, que es una cosa que nadie debería dejar de experimentar, sobre todo en estados carenciales.

Cuando llegue la hora de cascar y mi familia me ponga un cura o ayatolá (o lo que sea) para que me arrepienta de mis pecados y de mi vida disipada, me gustaría poder decirle, con un hilillo de voz postrera, entre extremaunciones y latines: "Mire, casi que prefiero no ir al sitio ese tan guay que vd. me está vendiendo, Pero en cualquier caso, vale, me hago socio y creyente de su religión". Y, como dicen los béticos de los sevillistas, así se muere un tonto.