Hoy he estado con mi bici en la Marcha de la Primavera ciclista en Córdoba, organizada por la gente de la Plataforma Carril-Bici de Córdoba. Una fiesta reivindicativa con doscientas o trescientas personas ocupando en la ciudad los carriles normalmente atestados de coches (ahora CO2CHES, por la contaminación de CO2). No estaba la patrulla Indurain (policías locales en bici), los munipas iban con motos abriendo camino y diciéndonos todo el rato que dos carriles, pero bueno, da igual.
Me he sentido útil. Ni bueno ni malo ni cabrón ni molón ni enrrollao ni progre ni nada parecido. Útil por reivindicar activamente con mi bici y mis timbrazos el espacio público ciudadano para la gente que no contamina ni hace ruido ni molesta a nadie, sólo se desplaza o pasea o hace lo que le da la gana. La marcha porculera ha terminado en la plaza de la Corredera, el sitio donde probablemente te encuentres más a gusto de Córdoba sin avergonzarte de ser humano ni de ser de Córdoba, esa ciudad donde todavía es posible ver a un alcalde comunista comiendo gambas con un cura que preside un banco.
Curiosamente la gente que nos miraba desde los vehículos a motor parados en los semáforos no se reía ni hacía burlas, como casi siempre. Ahora nos tienen un poco de envidia, porque las políticas públicas no tienen más cojones que favorecer los medios de transporte no contaminantes, y eso va directamente contra el uso abusivo del coche, esa mierda que chupa tanto como para mantener dos pisos. Esto avanza lento, pero seguro.
Usos novedosos e increíbles de la bicicleta: sirve pa ligar, os lo juro. He conocido a una chorba en la tienda de Gerhard, a la que he ido a que me ajustara un par de cosillas en la máquina, con la que me he puesto a hablar de bicis y de otras cosas. Es increíble, las bicicletas sirven hasta para el amor, nunca lo habría imaginado. Antes creía que las personas solitarias se comparaban un perro y entonces ligoteaban hablando de caquitas, vacunas y pelambreras. Ahora sé que con la bici se liga. Es una inversión en posible felicidad que, teniendo en cuenta los precios del mercado, sale bastante rentable.
A partir de ahora, además de exigir como Sergio Makaroff que a los tontos no les den carnet de conducir, sólo porque sean tontos subvencionados y les paguen el cambio de carromato, creo que voy a salir siempre que me de la gana a denunciar a los que aparcan sus cochazos en el carril-bici, y que tan tranquilos te dicen que es sólo un momento. Nada, llamadita al 092 y denuncia al canto, estamos hasta los cojones de esta banda de gilipollas orgullosos de sus prolongaciones del pene de seis millones.
Sí, diréis, claro, sois un montón de jipis guais en bicicleta dando por culo pa dar paseos. Pues no. Padres y madres de niños bicicleteros, gente madura contenta por hacer ejercicio y mantenerse en forma sin tener que pasar el ridículo de los aparatos gimnásticos. Gente normal. Pocos jóvenes, qué triste. El coche a la cochera o a la carretera, la calle pa el que se lo curra, andando, en bici o en transporte público.