El correo basura, la publicidad intrusiva, los pop-ups, los medios de los que se valen algunos listos para meternos a traición tonterías absurdas en la pantalla con el objetivo de vendernos píldoras de alargamiento del pene, formas de averiguar las claves de correo de la ex-pareja, contactos sexuales seguros con personas ansiosas de echar polvos, mágicos ungüentos de la felicidad, cartas de tarot y brebajes de la paz, vídeos de éxtasis y orgasmos inalcanzables, formas fáciles de ganar millones dinerarios sin arriesgar en el casino, inversiones que duplican sin dar ni golpe, confirmaciones de contraseñas en irrisorias cuentas bancarias, trabajos que nos harán ganarnos el pan quitándonos el bíblico sudor de la frente, el spam en general, toda esa fauna de mentiras de colorines pero tecnológicamente impecable, es esa cosa que permite utilizar de una manera práctica la libertad. Paradójicamente, de la basura viene nuestro poder.
El poder de decidir si uno es un imbécil o no, el poder de saber que las personas manejan la máquina son inteligentes, pero no hasta el punto de la humillación propia. La fuerza de poder decir, ah, hasta aquí llego, no me consideres gilipollas. Diremos: Joder, qué forma más cruel de aprovecharse de los analfabetos informáticos, qué timos más sofisticados, cuánta maldad en el sufrimiento de la gente que no puede defenderse.
Es como la religión. Cierto que el que las pasa putas por asuntos de índole personal, doméstico, familiar, económico, laboral, existencial, siempre se agarra a lo que sea para seguir teniendo esperanza en algo. Creer en lo que sea, pero creer. Porque lo que viene ya lo sabemos. La lotería, al igual que los timos o las religiones, nos ayuda a saber qué tipo de persona somos, cómo reaccionamos ante las dificultades. En los sitios donde la gente no tiene tantos medios tecnológicos los suicidios apenas se producen, lo cual tendría que hacernos pensar en lo necesario y lo accesorio.
Personas inseguras, bajas de moral, indignas, tristes, asociales,... faltas de autoestima, que es lo que al final somos: entidades sin un concepto claro de nuestro lugar en el mundo. Que levante la mano quien no se haya sentido una mierda en este mundo de mierda. Y ahora empecemos de nuevo.
Salir a la calle a celebrarlo con quien nos quiera y aprecie de verdad, a regalarnos otro corazón y mucha risa, por supuesto, que para lágrimas de pena ya está el resto. Y quien no quiera mi compañía, eso que se pierde, qué coño.
Quiero denunciar que esa ventanita es un timo porque me he creído tó y he pinchao y sigo tan Don Nadie como siempre. Está muy mal jugar así con la ilusión de la gente, ya no se puede creer ni en los blogs... Saludos.
Escrito por Cinzcéu a las 27 de Febrero 2007 a las 02:32 AM