Consideraba yo que estar con mi abuela era bueno. Verla leer, preguntarle, sobre todo, sobre recetas antiguas de comida que difícilmente volveré a oler, sobre canciones, motes, historias y anécdotas de alguien que ya estaba viva cuando Lenin.
Luego entró en una fase de regresión y senilidad, el carácter siempre afable y bondadoso le cambió, hizo sufrir a los suyos. Después, poco a poco, se fue marchitando y se murió.
Ahora me doy cuenta de lo que la echo de menos. Creo que fuimos injustos todos al juzgarla por no haber sabido entender la enfermedad que padeció durante una mínima parte de su luminosa existencia.
vaya...
Escrito por El Abuelo Cascarrabias a las 17 de Noviembre 2006 a las 12:16 PM