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5 de Diciembre de 2004

Rafael Sánchez Ferlosio, el hombre de las afueras

Dos o tres días después de serle concedido el premio Cervantes, y tras leer y escuchar innumerables elogios a su persona y a su obra, gente que se apunta al caballo ganador, creo que me alegro enormemente de que por fin le sean rendidos honores al mejor escritor en castellano de los últimos cincuenta años.

Podría dármelas de culto, de ser un lector empedernido de sus ensayos y de sus tres novelas, de participar (hasta ahora) del secreto gozo de la lectura de las mejores páginas de la literatura y de la imaginación, de que desde hace años vengo diciendo que Ferlosio es un raro y emboscado escritor cascarrabias que no se casa con nadie, de su sentido ético y de su falta de aprecio hacia los trapicheos de las letras, pero no. NO, precisamente por lo que él mismo decía en su antivillancico de Vendrán más años malos y nos harán más ciegos:

"Nazca el niño negativo
nadie, nunca, nada, no.
..."

ferlosio.jpg

Prefiero sus ensayos con fama de rollo a su ficción premiada, los aforismos sin evangelización que llama pecios de los últimos años a sus cuentos fantásticos, y sobre todo, prefiero su actitud honesta y su lucidez ante la mierda de la política a cualquier homenaje interesado y mediático.

El escritor que vive permanentemente en estado de cabreo con el mundo, que se apartó de los cánones de la literatura a conciencia, que experimentó con las palabras a sabiendas de que ni dios (por supuesto) lo iba a entender, el que nació en el Campo de Marte romano, ese es mi Ferlosio. El primero al que leí comparar el deporte en general con el fascismo, el que denunciaba las pamplinas y fastos del 92, el que vivía permanentemente en las afueras. Y ahora lo veo alegre, esta persona desaliñada que cuando le enchufan las odiadas cámaras sólo tiene palabras de agrado y de humildad. Y que en las fotos sale a su vera su gato negro encima del sofá, soberano, libre y orgulloso, exactamente igual que él, fuera del circo y de la industria de la cultura, siendo el aguafiestas de siempre pero mostrando su buenos modales de caballero que no cree ni confía en nada ni en nadie.

Y espero sus libros y sus artículos como siempre, barrocos, desesperanzados, tristes, cultos y al margen de lo que dicten las leyes del mercado. Me parece que es para sentirse orgulloso de ser su lector desde hace muchos años, el premio me lo han dado a mí también, como lector, por supuesto.

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