A mediados de los años 80 yo era un niño que se preocupaba mucho del futuro de las personas humanas. Más o menos como Orzowei, pero sin taparrabos. Cada vez que había elecciones tocaba discusión política con un amigo que tenía la mala costumbre de defender lo indefendible, en este caso la fuerza y capacidad de influencia del Partido Comunista en una época en la que estaba claro que el comunismo iba cuesta abajo y sin frenos. Los niños discutían de política entre los capítulos de El perro de Flandes (no el Duque de Alba, unos dibujos animados que ponían los viernes en la tele) y Tocata.
Mi amigo se cabreaba mucho cuando yo le insinuaba que el antiguamente poderoso PC estaba sobrado de vendedores, que lo que tenían que hacer es echarlos a todos, como pasa en el McDonalds, Ikea y en todos esos sitios en los que te lo tienes que hacer tú todo, y si no te dan por culo, y que son los que triunfan. Mi amigo decía que yo no era ni rojo ni negro, que era un fascista enmascarado, como el Papa. un quintacolumnista que merecía el garrote vil.
Fuí corriendo al Pequeño Sopena Ilustrado. Encontré Garrote, Enmascarado y Papa, pero no Quintacolumnista. De aquellas yo leía de noche manuales de márketing para hacerme rico y no tener que currar como un cabrón.
Siguiendo los consejos científicos de los sabios de la economía mundial, le dije a mi amigo que lo que tenían que hacer es lo mismo que la leche Pascual, vender mucho aunque no tuvieran ni un nombre pegadizo, ni una imagen moderna, ni anuncios guais, ni una ideología consecuente, ni unos líderes sólidos, ni un programa de cambio social, ni siquiera un logotipo atrayente. "Lo que necesitais es vender las ideas, como la Iglesia pero en rojo", le comenté.
Me mandó a la mierda pero me hizo caso. Al poco tiempo los comunistas, hartos de perder elecciones y referéndums de la OTAN, se unieron en un partido con un logotipo horroroso, eligieron líderes a gente antipática y cabreada, hablaron de cosas que a nadie importa, como el paro y la ética, se hicieron más comunistas al pie de los peñascos del muro de Berlín, y por supuesto, sigueron perdiendo elecciones. Porque, entre otras cosas, me contrataron a mí como asesor de imagen, yo que trabajo directamente para el Vaticano, que paga bien y hace regalitos caros. Porque no tengo moral, y porque la amistad se compra, como todas las cosas de este mundo.
Siempre lo supe: no había otra explicación que la acción de los servicios secretos vaticanos. Ahora ya estoy más tranquila (ya desterrada la sospecha de que todo se debiera a la simple y llana estupidez)
Saludos
Con todos los datos que das, cualquiera diría que quién escribe esto es Michael Corleone. :s
Hostia, me has descubierto, Burdon! ¡Traidor!
Bueno, te perdono.
Escrito por trapo a las 30 de Agosto 2004 a las 09:15 AMLo extraño es que siguiendo los pasos de Don Tomás no alcanzaran un mejor resultado... ¿se olvidaron de tratar a los militantes como aquél a los empleados, es decir como miembros de una secta destructiva?
No sé... lo que sí comparto contigo desde luego es la apreciación de que ambas casas están llenas de vendedores... y de los torpes y malos.
Escrito por la_rayuela a las 30 de Agosto 2004 a las 03:07 PM
sísí..te perdono, ¡eso dicen todos los mafiosos!, y luego..
"A mediados de los años 80 yo era un niño que se preocupaba mucho del futuro de las personas humanas." Mi pregunta es: ¿hay personas no humanas?
Escrito por Gagh a las 24 de Mayo 2007 a las 07:20 PM