Esta peli de Jim Jarmusch, que se llevó el premio del jurado en el festival de Cannes de 2005 trata de un hombre chandalero y poco expresivo de presente (y pasado) donjuanesco que recibe una carta anónima de una antigua novia donde le avisa de que un hijo de veinte años que no conoció va a visitarle, probablemente.
Esa es la principal idea de este bello monumento al minimalismo absurdo: probablemente. Porque nada es seguro.
Con ayuda de un amigo aficionado a detectives se embarca en la aventura de visitar por todos los EEUU a las cinco posibles madres de su supuesto hijo. Una sucesión de extrañas situaciones van dándole pistas de sus antiguos amores, unidas por el color rosa: la viuda de un piloto de carreras que se dedica a organizar armarios profesionalmente, madre de una hija-lolita calentorrilla que se pasea en pelotas por la casa; la triste vendedora de casas prefabricadas con marido gilipollas y charlatán; la distante ex-abogada lesbiana que pasa consulta para entender a los animales; la colgada post-jipi de chungos recuerdos y rencores que vive en semicomuna con los ángeles del infierno; la bella misteriosa enterrada en el cementerio de la que no sabremos nunca nada más que su cierta muerte y su segura belleza...
Bill Murray se pasa toda la película de avión en avión, de hotel en hotel, buscando o buscándose a sí mismo, hasta que cree encontrar a su hijo vagabundo y filósofo, y lo invita a bocatas y café, pero ese no es, y éste que pasa en el escarabajo tampoco. Estás un poco perdido, porque cualquiera podría ser tu hijo. Todo ello amenizado por música etíope y las ex-sex-symbols Sharon Stone y Jessica Lange paseando sus operaciones y su precioso recuerdo por la pantalla, tan alegremente. No sé si el director las ha puesto ahí por ser buenas actrices, ideales para sus papeles, o para que todo el mundo vea en lo que nos convertimos con el paso del tiempo, más bien lo segundo. Es una cosa parecida a la aparición del gran Robert Mitchum en el remake de El cabo del miedo de Scorsese, treinta años después de protagonizar la original.
Un consejo: jamás se os ocurra ver esta obra tras cortar con vuestras parejas o en estado comatoso-depresivo, jamás, porque entonces es cuando puede ser que decidáis conoceros a través de vuestro terrorífico pasado sentimental, y eso no es, eso no es.